Capítulo 2

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Estaba en el lugar perfecto en las gradas lo más alejado de ella para que no se diera cuenta, para poder tomarle fotos a Rachel. Me encontraba en su práctica de porristas. Sus movimientos eran totalmente cuidadosos y precisos, definitivamente le tengo envidia a su novio, como todos los otros.

A veces me pregunto, como ella se fijó en un cretino como Nate Xander, la línea defensa del equipo de fútbol americano de la escuela. Tantos chicos que la pueden tratar mil veces mejor que ese idiota. A veces quisiera molerlo a golpes, él sólo molesta a los indefensos como yo y luego se vuelve una completa gallina cuando llega el director o el comité de disciplina de la escuela.

Sin embargo, no puedo ni darle ni un peñasco. Soy un debilucho de un metro setenta; y él mide un metro noventa, tiene fuerza, es popular... y la lista puede seguir. Tiene varios puntos a favor.

Interrumpo mis pensamientos pesimistas y aprovecho cada movimiento que hace para tomarle unas cuantas fotos... o tal vez más. Repentinamente hace un movimiento que me deja impresionado y levanto la cámara rápidamente para poder captarla. Pero en un momento mi mano empieza a temblar.

—¡Demonios! —digo entre dientes mientras me agarraba la mano fuertemente.

Mi cuerpo funciona extraño. Cuando estoy cerca de ella mi cuerpo tiembla. Un chico con extrema timidez como la mía no puede ni dirigirle la palabra, o por lo menos tratar de decirle un simple "hola".

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Al terminar la práctica la sigo en el camino, pero no puedo seguirla mucho tiempo. El camino hacia mi casa queda en unas cuantas cuadras antes de la suya.

Hubo un tiempo en la seguía hasta su casa y luego me devolvía. Su casa era de dos pisos, como toda casa de una niña mimada, pero ella es diferente...es perfecta, tierna, amable. Toda aquella palabra sobre la perfección que la define completamente.

Pero ya no lo hago desde que unos delincuentes entraron a su casa; y desde ese momento reforzaron la seguridad. Y yo, como estoy encapuchado dudarían de mi presencia pensando que soy uno de esos individuos.

Me desvío del camino al darme cuenta que ya estaba en mi casa.

El tiempo pasa cuando pienso en ella...

Al entrar, voy rápidamente a mi cuarto, cuando en ese momento escucho:

—Michael ¿Por qué vas tan deprisa? —dice mi padre sin levantar la cabeza mientras leía su periódico en la sección de deportes; como clásico padre.

—Iba a mi cuarto hacer mi tarea señor—.

—¿Por qué no te quedas aquí con tu padre para hablar de deportes hijo? —interrumpiendo su lectura.

—No papá, ahora mismo no; otro día ¿te parece? —dándome la vuelta.

En el momento en que iba a mi cuarto, mi padre me detiene.

—Michael, ¿Cuándo tendremos un momento de padre e hijo?, todos los días estas metido en ese cuarto oyendo tu mi música rockera—.

—¿Qué tiene? —.

Llega de repente un momento de silencio, cuando mi padre lo interrumpe.

—Nada hijo, nada—metiéndose las manos en los bolsillos, mirándome fijamente.

—Bueno, si no hay problema, entonces me voy—dándome la vuelta dirigiéndome a mi cuarto.

Entro a mi habitación, me dirijo a mi cómoda cama y me dejo caer como una simple hoja cayendo lentamente al suelo. Saco la cámara que estaba en un bolsillo de mi mochila y apretando un botón lo primero que se ve es la preciosa imagen de Rachel Mist. Si tan sólo fuera más extrovertido con un buen cuerpo y una extrema confianza. Ella y yo nos estuviéramos jurando amor eterno. Bueno... tal vez no tanto, pero si quisiera. Por lo menos, quisiera pasarle de lado, hacer que se fije en mí y dedicarle una pequeña sonrisa.




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