Capítulo 3

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—Muy bien jóvenes—grita la profesora de natación.

—Primero que todo, buenos días; segundo, en esta clase no quiero burlas por los cuerpos flacos y escuálidos de algunos chicos y nada de lujuria por los otros cuerpos porque para mí todos son igual de feos—dirigiéndose a los estudiantes.

Nos tocaba clase de natación, sería refrescante y relajante estar en el agua. El problema es que tendría que ver el cuerpo de Rachel y eso me alteraría. Como podría controlar mis impulsos un tanto hormonales, aunque a esta edad es normal eso ¿no? Según algunos críticos. Y lo que ha dicho mi padre cuando conoció a mi mamá. Creo que no soy tan distinto a él, como algunas veces le he reclamado.

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Las mujeres comenzaron primero a hacer sus ejercicios. Estaba sentado viendo fijamente como Rachel se reía con sus amigas, se ve tan linda. ¿Por qué no simplemente me levanto de mi lugar, le digo un sencillo "hola" y entablamos una conversación? Pues claro, creo que soy más miedoso que ese Nathan. Solo me quedo viéndola, contemplándola y no muevo ni un musculo. Lo único que hago es suspirar por ella.

Y repentinamente hacemos contacto visual, me quedo ahí viéndola sin saber qué hacer, me dedica una ligera sonrisa y luego se dirige hacia sus amigas.

—Rachel Mist—grita la profesora, al escuchar su nombre me altero más, tendré que ver su cuerpo y no quiero mal entendidos.

Se pone en posición para nadar mientras que aprieto fuertemente mi mano, cierro los ojos; mi respiración y mis latidos se aceleran cada vez más y más.

Al abrir los ojos la veo saliendo de la piscina, veo como las gotas de agua caen lentamente por su cuerpo.

Maldita sea...

Salgo corriendo, subiendo las escaleras rápidamente y me siento en la banca más cercana del lugar.

Respiro profundamente cada segundo, cuando en ese momento alguien me llama.

—Michael, ¿Estás bien? —.

En ese momento cuando me volteo, me encuentro a Rachel, mi mano comienza a temblar.

—Sí, tranquila estoy bien—digo con mi voz temblorosa, ella camina más cerca y se sienta a lado mío.

—¿Seguro que estás bien?, te vi alterado y me preocupé un poco—dice en un tono serio y a la misma ves tierno.

—Sí, estoy seguro—digo también serio.

Nos quedamos viéndonos los rostros, aunque se podría decir que yo la estoy contemplando. Y entonces una voz brusca nos llama.

—¡Hey, dejen de estar enamorándose! —grita la profesora desde donde está, me levanto de un salto y me voy rápidamente del lugar.

No puedo creer esto. Al fin pude decirle unas cuantas palabras, esto podría ser un avance. Quizás hasta pueda tener una conversación duradera con ella.

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Estábamos en clase español, la profesora daba su clase sentada en su escritorio. Yo, por mi parte, no presto atención porque dibujaba el rostro delicado de Rachel Mist, inspirado en el momento en que nos quedamos mirando con un toque de la sonrisa de nuestro contacto visual, mientras que la profesora decía los nombres de las parejas para hacer un proyecto sobre una novela que leíamos.

Una novela que se asemeja un tanto a mi realidad. Un joven mudo, aunque el tiene escusa, quiere decirle a una chica lo tanto que la ama. Pues esta chica tiene amnesia y era amiga de la infancia del él. Y así va esa novela hasta que la chica muere y el joven se arrepiente, porque nunca se esforzó por lo menos de escribirle una carta. ¿Sera ese mi destino?

—Michael Reid y Rachel Mist—nos empareja la profesora y en ese preciso instante mi corazón salta...

Obsesiva PerfecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora