14|BRAYDEN

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Cuando mi clase termina no tengo que preocuparme por entrar a tiempo al trabajo porque gracias a Ottavia no tengo trabajo, así que miro mi reloj y me pregunto qué haré con tantas horas libres

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Cuando mi clase termina no tengo que preocuparme por entrar a tiempo al trabajo porque gracias a Ottavia no tengo trabajo, así que miro mi reloj y me pregunto qué haré con tantas horas libres. Por alguna extraña razón no recuerdo que hacía antes de trabajar.

Cuelgo mi mochila en mi hombro y salgo  del salón de clases con las personas que aún no han salido.

—Pensé que no ibas a salir nunca —giro mi rostro hacia mi derecha para encontrarme con Martha recostada de la pared y con su celular en la mano.

El mundo es demasiado pequeño.

Encontrarla una vez está bien, pero encontrarla dos veces ya es demasiado.

—¿Me estabas esperando? —La veo bloquear su celular y guardarlo en el  bolsillo de su pantalón para mostrarme toda su atención.

—Estaba un poco aburrida. —Se encoje de hombros como si eso fuera suficiente respuesta.

Martha se detiene frente a mí y sonríe.

—Tengo hambre. ¿Quieres ir a comer algo?

Me quedo en silencio porque no entiendo nada, será que está interesada en mí por lo de aquella noche o... Mi mente se queda a trabajando, buscando una idea, pero no encuentro nada.

Ella ladea el rostro y alza una de sus cejas espectante.

—¿Tienes alguna regla sobre no comer con una mujer con la que te acostaste?

—No, no, solo...

—Perfecto. —No me deja terminar y empieza a caminar fuera del edificio, no dejándome más opción que seguirla, sería descortés simplemente ignorarla.

Cuando estoy a su lado la observo, está muy relajada, sonríe, noto un par de pecas exparcidas en su mejilla que no había notado antes por el maquillaje y vuelvo a preguntarme qué es lo que trama.

Ya he pasado por esto antes, me acuesto con una mujer y luego me arrepiento porque me sigue el paso como si fuese una estrella pop y ella mi fan. Me dije que tendría cuidado, siempre es bueno hacerlo con mujeres de mente abierta, qué estén buscando lo mismo que yo. Martha lucía  justo como ese tipo de mujer, pero ahora me hace dudar de ello. Aparecer de la nada frente a mi última clase del día y decir que me esperaba me da mucho que pensar.

—¿Qué tanto me ves?

—Nada.

—¿Estás seguro?

—Tienes pecas. —Señalo solo por decir algo y ella lleva la mano a su mejilla como si pudiera sentirlas.

—¿Mis pecas? Mayormente las cubro porque siento que me hacen ver tierna... —dice—. Hoy tengo ganas de comer algo no saludable. ¿Tú?

—¿Por qué me estás invitando a comer?

—Ya te dije, estaba aburrida, tengo hambre y quería compañía. Tú estabas ahí, solo. Agradeceme.

Cinco Razones Para Quedarte [Libro II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora