18| RYDER

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La música y las energías del viernes por la noche inundan la pista de baile, las personas se mueven unas contra las otras mientras sirvo una margarita

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La música y las energías del viernes por la noche inundan la pista de baile, las personas se mueven unas contra las otras mientras sirvo una margarita. El lugar está tan concurrido como suele estarlo y aunque supone mucho trabajo y a veces nos topamos con algún borracho impertinente los días así son mejores que cuando está vacío.

La chica me da una sonrisa que devuelvo y no puedo evitar ver a Matt alzando las cejas de manera juguetona.

—No pierdes el toque.

Ruedo los ojos.

—Cuando deje de trabajar aquí vas a extrañarme, admitelo.

Mattheo suelta una carcajada que no llega a mis oídos por la música, pero se nota en su rostro que le causan gracias mis palabras.

—¿Ya tienes trabajo nuevo?

—No.

—Que lástima, no podré extrañarte.

—¿Me das un mojito, por favor?

—Por supuesto. —Sonrío nueva vez y me dispongo a preparar el trago, mientras mentalmente tarareo la canción que suena en los parlantes.

—Una cerveza, por favor —dice una voz que me resulta familiar, así que alzo mi rostro para encontrar a Kristen sentada a un par de taburetes de distancia de la persona que estoy atendiendo.

Mi sonrisa se extiende en mi rostro y levanto mi mano derecha para indicarle que me de un momento y llevo toda mi atención al mojito.

—Que lo disfrutes —le digo a la mujer cuando está listo.

Cuando ya ha pagado por su trago vuelvo mi vista a Kristen.

—¿Qué te trae por aquí? —pregunto como si no supiera que le encanta aparecer frente a mí de repente.

—Tenía ganas de verte.

Kristen me regala una sonrisa de esas que parecen tiernas e inocentes. Escucharla decir esas cosas solo me dan deseo de acercarme a ella y robarle un beso, en cambio solo la observo. Su cabello está planchado de manera impecable, tiene un maquillaje un poco más oscuro de lo que suele llevar y va vestida con un pantalón corto de talle alto junto a un top mangas largas.

Se ve preciosa.

—Me encanta tu sinceridad.

—Elegiste un buen partido. —Río antes de darme la vuelta para buscar la cerveza qué me pidió cuando llegó.

Destapo la botella y se la extiendo, sin embargo a última instancia decido que no es buena idea, así que la echo hacia atrás.

—¿Viniste en auto? —Asiente—. No deberías beber si vas a conducir.

—Solo uno, pequeñito —me dice mientras hace un puchero.

Entrecierro los ojos. Está haciendo esa mirada que sabe que me gana la mayoría de las veces.

Cinco Razones Para Quedarte [Libro II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora