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-Señor Malfoy, por favor acompáñeme enseguida.

Draco suspiró, pasando la mano por su pelo, antes de empezar a andar desganado. Le habían pillado de madrugada, en el camino a su habitación después de haber salido del cuarto de Liv, y ya estaba preparando mentalmente el contra ataque hacia cualquier castigo que quisieran ponerle.

Cuando entró en el despacho de la profesora, esta le invitó a tomar asiento con un gesto de la mano, soltando una de sus risitas características.

-Señor Malfoy, ¿desea un poco de té?

-Mm, no, pero gracias profesora Umbridge. -Dijo Malfoy un poco desconcertado.

La profesora inclinó la tetera rosa, vertiendo un poco de líquido en una taza rosa también, mientras no paraba de sonreír falsamente, y Draco no sabía porque se mostraba tan hospitalaria.

-Supongo que se preguntará porqué lo he traído aquí, ¿verdad? –Continuó hablando ella antes de dar un sorbito muy sonoro y desagradable a su taza.

-Imagino que es porque me ha pillado fuera de mi casa a unas horas indebidas, ¿no? -Draco quería terminar con aquello, sea cual fuere el castigo no había necesidad de alargar tanto la situación.

-Oh no, no es por eso, señor Malfoy. –Umbridge negó con la cabeza, soltando otra de sus risitas.

- ¿No? –Draco cada vez fruncía más sus cejas, no estaba entendiendo nada.

-No, era para proponerle algo, de hecho, lo vi en el pasillo porque iba en camino a buscarle. No me interesa lo que hacía en el pasillo, señor Malfoy, además, conozco a su padre y sé que Lucius lo ha instruido bien. –Explicó Umbridge, encogiéndose de hombros dando otro sorbito a la taza.

Draco relajó su expresión, acomodándose un poco en el sillón, también rosa, del despacho de Umbridge. Volvía a sentirse amparado bajo el ala de su padre, le había pasado desde pequeño, lo que le proporcionaba, a su entender, un aura de protección.

- ¿De qué quería hablarme, profesora Umbridge? –Preguntó Draco, con interés esta vez.

-Estaba pensando, debido a algunas informaciones que me han llegado, en formar una brigada. Un selecto grupo de alumnos, que me ayude a cumplir mis órdenes, puesto que tanto el Ministerio como una humilde servidora, consideramos que es lo mejor para que los alumnos de este colegio se mantengan seguros. Por desgracia, hay algunos alumnos que se resisten a cumplir esas normas. –Dijo Umbridge, soltando la taza de té en el plato, y este mismo plato en la mesa.

Draco se incorporó un poco más en el asiento, ladeando su cabeza mirando a la profesora, recapacitando en sus palabras, pero no habló, esperó a ver si le tendía más información.

-Por lo tanto, tengo carta blanca del Ministerio para tomar las medidas oportunas con las que mantener el orden en la escuela. Pero toda asociación, necesita un líder, y usted me parece el candidato perfecto, señor Malfoy. Tendrá más autoridad que un simple prefecto, será mis ojos y mis oídos en este castillo. Le comenté la idea a su padre y Lucius se sintió completamente orgulloso. Qué me dice, señor Malfoy, ¿desea usted ser el Jefe de la Brigada Inquisitorial? –Propuso Umbridge con una sonrisa de suficiencia, puesto que sabía que había poquísimas opciones de que Draco no aceptara.

A Draco le sorprendió la proposición, y lo pensó rápidamente durante unos segundos, antes de volver a reclinarse en el respaldo del sillón, sonriendo maliciosamente.

*****

-Esto tiene que ser una broma pesada, no puede ser real. –Seguía lamentándose Harry después de que la noticia de que Umbridge había reclutado un grupo selecto de alumnos para vigilar a los demás, con Malfoy a la cabeza.

𝑒𝓎𝑒𝓈 𝒶𝓇𝑒 𝓁𝑜𝓊𝒹 • La Reina de Hogwarts y el Principe de SlytherinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora