Serena pensó que al fin sería feliz junto a Darien, el gran amor de su vida pasada; lo que ella no sabe es que su vida ya estaba envuelta en un viaje de llamas gemelas donde descubrirá su enorme conexión hacia una simple estrella fugaz.
La princesa...
Mi bombón no tiene idea del daño que me estaba causando con su rechazo pero a pesar de eso la amo con todo mi ser y sé que jamás amaré a alguien como la amo a ella y que nunca la olvidaré aunque lo intentase.
Ella cambió todos mis ideales y rompió mis paradigmas sin siquiera saberlo, no fue consciente de la magnitud de mis sentimientos...Al recordar lo triste que se veía aquel día entendí el significado del amor incondicional, quería verla feliz por encima de mi propio sufrimiento; no decidimos a quien amar, solo sucede sin esperar nada a cambio.
La amo tanto que me alejaré para que ella sea feliz ya sea con otra persona. Estoy segura de que fue la mejor decisión porque el universo me lo confirmó con el regreso de su novio.
Es tan doloroso soltar a esa persona que te hace vibrar de una forma única, pero tenemos que continuar cuando es necesario...tengo que seguir con mi vida aunque sienta que he muerto con esa separación.
Abandonamos el planeta Tierra para retornar al nuestro. Nos adentramos en la inmensidad del universo. Al menos cumplimos nuestro objetivo, regresar con nuestra soberana.
Healer y yo bajamos primero para verificar si el lugar era seguro para nuestra princesa, no la queríamos arriesgar otra vez, recorrí las tierras húmedas del Reino Tankei, olía a lluvia refrescante, había escampado hace poco pero mi olfato extrañó el aroma de las flores del kinmokunsei, no pude evitar entristecerme al recordar las imágenes atroces de la muerte de mis compañeras de combate, apreté los puños de la rabia por la impotencia y por haber huido como unas cobardes para buscar a nuestra soberana.
Pisar otra vez la tierra donde crecimos fue devastador. Deseamos con todas las fuerzas del corazón que todo hubiese sido una cruel pesadilla y que nuestros seres queridos estuviesen con vida, pero la realidad era otra, Kinmoku estaba destruida, las casas y edificaciones estaban echas añicos, por todas partes habían escombros de lo que un día fue una gran civilización. A simple vista no había árboles ni animales solo algunas ramas sin vida.
Un grito ahogado de Healer rompió el silencio. Marker miró a la princesa desconcertada como preguntándole con los ojos, al principio no entendí nada pero después lo sentí, era algo inesperado, sentimos la energía de los habitantes de Kinmoku, desde el ser más pequeño hasta el más grande, aunque una barrera protectora los trató de ocultar de nuestra presencia...pudimos sentirlos.
Nos miramos unas a las otras sin pronunciar palabras.
Escuchamos la voz de nuestra princesa aunque nunca habló.
—¡Gracias Sailor Moon! ¡Mil gracias por este regalo!
Se me hizo un nudo en la garganta. Mi corazón se emocionó de la alegría cuando supe del alcance del poder de mi bombón.
Miramos alrededor contemplando un halo de esperanza gracias a nuestro travesía por el planeta Tierra, aunque mi alma, mente y corazón se quedaron con su princesa a partir de ahora haría todo lo posible para cuidar de los míos.
La brisa me acarició el rostro como dándome la bienvenida sin rencores por haber huido.
Caminé directo hacia la energía de los kinmokusianos, cada vez los sentí más cerca, la luz solar me pegaba en el rostro.
De pronto un grupo de guerreras nos interceptaron.
—¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren de nuestro planeta? No hay riquezas ni nada para ustedes, ¡Aquí se morirán de hambre!
—¡Más les vale abandonar este planeta si no quieren perecer! —La pelirroja no era tan pacífica como la pelinegra, estaba en posición de combate para atacarnos. Parecía dispuesta a morir por defender a su gente.
Con gran majestuosidad nuestra princesa dio unos pasos al frente impregnando su energía de amor y calidez, haciendo que las guerreras bajarán la guardia, acto seguido le hicimos una reverencia a nuestra soberana:
—No se aflijan mis valientes guerreras. Nos quedaremos con ustedes, no los abandonaremos otra vez. Tampoco morirán de hambre, juntos levantaremos este planeta que resurgirá como el ave fénix —dijo de forma cariñosa nuestra princesa mientras abría la palma de su mano derecha mostrando una hermosa llama roja ardiendo, poco a poco subió hasta en cielo y se desvaneció, la princesa se inclinó para tocar una rama seca que al instante le comenzó a brotar hojas y flores maravillando a todos.
Una nueva era había comenzado con nuestra llegada, los súbditos comenzaron a salir de entre las rocas y cuevas, nos rodearon y se inclinaron delante de su regente, sus lágrimas eran de felicidad y no de tristeza como la última vez que los vimos, habíamos vuelto con las esperanzas de un nuevo comienzo.
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