Capitulo 3

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«Nadie nota que estás mal hasta que ya es demasiado tarde»

•🥀•

— Tienes que darme un par de lecciones de francés un día — Dijo Alejandro una vez en el auto.

— No es conveniente para nadie que aprendas francés.

— No es justo, mi mamá y tú siempre andan secreteando juntos.

— No es realmente un secreto si discutimos el tema frente a ti.

— Lo es cuando no entiendo nada.

— Solo concéntrate en la carretera — Dije bromeando y desviando el asunto.

Nunca fui bueno en asuntos sentimentales, en temas de noviazgo o en ningún parecido, nunca tuve una vida romántica por lo que es comprensible, pero esos temas me parecen muy incómodos.

Jamás he hablado de eso con nadie, ni siquiera con Alejandro.

Y tampoco puedo hablarlo con él.

Debería buscar otro amigo.

Tengo una muy pequeña vida social, tengo un par de amigos y uno o dos a los que les tengo una gran confianza, pero no al nivel de Alejandro, jamás a su nivel.

Pero hay cosas que no puedo contarle, cosas que a pesar de la confianza, no estoy dispuesto a decir más que nada por sentido común y falta de confianza, pero no en él, en mí mismo.

Creo que le escribiré a Ángeles para saber que opina, hablamos una vez a la Cuaresma y casi nunca nos vemos porque comenzó la universidad y sus horarios son bastante apretados, pero siempre que hablamos solemos durar horas o simplemente un par de segundos, pero la amistad y confianza se mantiene intacta.

Llegamos a mi casa, las luces de enfrente estaban encendidas, pero no parecía haber nadie en casa.

— ¿Se habrán llevado a Lusac con ellos? — Preguntó Alejandro.

— No lo creo.

No sé a dónde fueron mis padres o Norori, pero no se llevarían a Lusac, menos cuando yo lo vendría a buscar.

Abrimos la puerta con mi llave y ahí encontramos a Lusac, concentrado en algún juego de su teléfono.

— Lusac — Saludó Alejandro.

— Finalmente llegaron, papá y mamá se fueron hace casi media hora y Norori se fue apenas escuchó que alguien debía cuidarme.

— En realidad estás muy viejo para que te cuiden — Le dijo Alejandro.

— Solo tengo quince años, no como otros que están a punto de cobrar la pensión.

Alejandro se hizo el ofendido y le hacía caras raras a Lusac pensando que yo no veía, subí a mi habitación, tomé algo de ropa y mi tableta gráfica para meterla en un bolso y volver a bajar.

Al regresar Lusac y Alejandro parecían hablar cómodamente, pero la realidad era que Lusac le estaba enseñando las palabras básicas del francés a Alejandro.

— No te recomiendo hacerlo — Le dije a Lusac — Será un grano en el trasero en poco tiempo.

— ¡Oye! — Se ofendió Alejandro.

— Solo debes tenerle fé.

— No te recomiendo tenerle mucha fe a Alejandro, además su madre dice que es mejor así, ella puede hablar tranquilamente y él no se entera de nada, la combinación perfecta.

— Para ustedes tal vez — Dijo Alejandro.

— Ya vámonos mejor — Insistí.

Alejandro tomó las llaves de dónde las había dejado, Lusac buscó su bolso con la ropa que llevaría y subimos al auto nuevamente.

El Diario De Las Mil VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora