Capitulo 2

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"Hay heridas que nunca se muestran en el cuerpo, que son más dolorosas que cualquiera que sangre." Laurell K. Hamilton

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— ¡Hazlo otra vez! — Lanzó al otro lado de la habitación el marcador con el cuál escribía los problemas en la pizarra — Hazlo otra vez y quiero que esta vez el resultado sea el correcto.

Me dolía demasiado la cabeza y apenas podía ver algo debido a las lágrimas, no puedo más, no puedo seguir y se lo hice sabe moviendo la cabeza de lado a lado.

— Responde ¿Cuál es la raíz cúbica de 327 multiplicado por 5 elevado a la 9?

Sacaba las cuentas a la mayor velocidad posible, lloraba de tanta presión, dividía y multiplicaba casi al mismo tiempo, tal vez olvidé sumar un par de números o me equivoqué haciendo unas cuentas.

— El resultado es 13.455.896,04 — No estoy seguro del resultado, pero un resultado equivocado era por mucho mejor que una nueva reprimenda y un golpe con la regleta de madera de 60cm que usaba mi padre.

Desperté sofocado y cansado al mismo tiempo de aquella pesadilla o mejor dicho recuerdo que a veces me atormentaba, a nadie le gusta escuchar sobre el maltrato y es algo que quisiera olvidar.

Hay cosas que uno nunca debería olvidar, como el primer amor, la vez que se aprende a montar bicicleta o el primer beso, pero yo jamás hice nada de eso, nunca monté en bicicleta, jamás besé a nadie y mucho menos tenido una relación con nadie, solo estudié, estudié y seguí estudiando para que mis padres estuvieran orgullosos. Sí me he enamorado, son contadas las veces de hecho, pero en mi mente siempre fue una perdida de tiempo, aún creo eso, pero siento que perdí gran parte de mi adolescencia.

Tal vez fue mi culpa, siempre me esforcé por ser el mejor en mi salón, participaba en cualquier actividad extracurricular para ganar puntos y mis padres nunca aceptaron algo menos que “Excelente”

La madrugada se encontraba fría y por alguna razón me gustaba, estar solo a estas horas era como un respiro de mi realidad, un par de horas en las que solo la oscuridad de la noche y la claridad de la luna me acompañan y no me juzgaban.

¿Alejandro seguirá despierto?

Eso espero, no conozco a otra persona que sea capaz de escuchar todos mis problemas a estas horas de la noche.

Un mensaje me distrae de las calles solitarias del vecindario y era un mensaje de Alejandro, creo que después de todo no estaba tan errado.

«Anda a dormir, desde mi casa siento la sobrecarga electrica que genera tu cerebro cuando sobre piensas las cosas»

«No puedo dormir»

«Eso ya lo sé idiota, no puedes dormir bien desde hace años, pero inténtalo o te quedarás dormido en la mitad de la clase»

«Sabes muy bien que no importa si me duermo en clases, los temas son muy sencillos»

«Uy, disculpe usted mi querido príncipe de Asturias, no todos somos capaces de resolver una ecuación cuadrática a los 9 años»

Ambos ignoramos el hecho de cómo logré hacer esa ecuación o las circunstancias que me llevaron a resolverla, odio tocar el tema y él sabe que no hablo demasiado sobre mi pasado.

Tenía una sonrisa boba en mi rostro, hablar con él era simple, tranquilo, me sentía cómodo con él, pero me obligué a borrar la sonrisa de mi rostro al recordar el pequeño detalle que aún no me atrevía a decir a nadie.

El Diario De Las Mil VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora