Capitulo 6

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“El amor es la contradicción más hermosa que puede existir”

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Aire frío y nubes grises presagiaban la lluvia que pronto llegaría a la ciudad, a la lejanía podían verse los truenos que — muy posiblemente cuando llegara la lluvia — se convertirían en relámpagos capaces de dar luz a habitaciones a oscuras.

El timbre sonó y una multitud de estudiantes se precipitaron a los pasillos del instituto, todos se dirigían al comedor dispuestos a probar el almuerzo.

Menos Jared, este se quedó un par de minutos más en el salón con los auriculares puestos, el último movimiento del Verano de Vivaldi — conocido como Storm — se reproducía. Cada escala y arpegio ascendente parecía coincidir con los destellos de luz en las nubes sobre las frondosas montañas.

Sintió un golpe en su hombro y al levantar la vista Alejandro se encontraba frente a él.

— Vamos a comer.

Jared parecía ido, como si estuviera perdido en alguna parte de su mente, había sido un día difícil, el insomnio lo estaba atacando más de la cuenta y no sabía la razón, posiblemente era el estrés.

Se levantó y se dirigieron juntos al comedor, no tenía hambre, solo logró poner en su bandeja una manzana, un sándwich de jamón y un simple jugo de durazno. Una vez con su comida redirigieron su curso al salón de música, aquél lugar que había sido un refugio para ambos desde hace años.

Jared no se veía bien, tal vez más apático de lo usual, bolsas bajo los ojos, más callado de lo que es común ver en él, la mirada en el piso y con los auriculares aún puestos y con la música a tope. Algo tenía mal a Jared, Alejandro lo notaba, pero no lo mencionaba pues sabía que haría sentir mal al contrario.

Siempre se sintió orgulloso de decir que él y Jared tenían una gran amistad he incluso una relación más allá de eso llegando a la fraternal, pero había momentos como este que no estaba muy seguro de qué hacer, quería abrazarlo y decir que todo estaría bien, quería poder borrar todas sus preocupaciones, quería poder dejar de preocuparse por él pues sabía que haría sentir peor a Jared preguntando lo sucedido.

Simplemente quería un maldito gesto que pudiera delatar el estado de él, pero solía cerrarse tanto que a veces era imposible incluso para él. Nunca sabía cuando su amigo estaba realmente mal porque parecía ocultarlo muy bien, tal vez... demasiado bien.

Le preocupaba, pero solo podía esperar que el contrario le contara el problema, porque sí, algo le sucedía a Jared desde hace mucho y él lo había notado, el insomnio había vuelto y cada vez más recurrente, comenzó a sufrir ataques de pánico, dejaba de comer con mayor frecuencia.

— ¿Estás bien? — Le preguntó finalmente Alejandro a Jared una vez llegaron al salón de música.

— ¿Por qué no lo estaría? — Ahí estaba la sonrisa, esa maldita sonrisa que le solía dar para no preocuparlo, le decía tantas cosas con ella y al mismo tiempo tan poco, te hacía dudar.

— ... Por nada — Zanjó el tema.

Jared le contaría cuando él lo considerara necesario.

El almuerzo fue en silencio, solo la música del teléfono se escuchaba entre ellos.

— Oye, Jared — Llamó Alejandro — Nunca...

— ¿Nunca qué?

Nunca hablaron de cómo Jared había llegado con la psiquiatra, un día Jared simplemente le dijo que comenzaría a ver a una y él no hizo preguntas.

— Nunca me contaste por qué veías a la psiquiatra.

Jared se tensó, pero rápidamente se relajó y le dió una gran sonrisa.

— Pues nunca está de más buscar ayuda de vez en cuando — Respondiendo con solo una parte de la verdad.

Jared no era fan de mentir y menos a Alejandro, pero técnicamente no le mentía, solo le contaba la verdad a medias, como una mentira blanca por el bien de ambos.

No volvieron a tocar el tema y terminaron su almuerzo en silencio hasta que el timbre volvió a sonar y regresaron a sus salones.

La clase que venía no la compartían por lo que tuvieron que separarse, apenas lo hicieron fue como si apagaran un interruptor en el interior de Jared, la sonrisa que tenía fue borrada casi instantáneamente por un rostro neutral.

Si le preguntaran en ese momento qué sucedía no sabría responder con certeza, le preocupaban muchas cosas, más que nada las últimas amenazas de sus padres.

Han sido diez años, diez largos y extenuantes años desde que estudia música, ocho años desde que comenzó a estudiar violín y cinco años desde que eligió hacerlo profesionalmente lo que lo ha llevado a tocar varias veces de donde ha sacado una buena cantidad de dinero.

Consecuentemente también amaba cantar y dibujar, dibujar lo mantenía como un hobbie, pero cantar... Lo amaba tanto como tocar el violín, pero nunca ha tenido el valor de hacerlo en público, se limitaba a cantar en la privacidad de su habitación.

Por lo que las últimas amenazas de sus padres lo habían afectado de sobremanera, estudiar música en su ciudad era particularmente caro y muy bien remunerada, así que cuando sus padres le dijeron que se comportara o dejarían de pagar las lecciones no dudó en obedecer.

Hacer silencio y obedecer.

«Después preguntan por qué le guarda tanto rencor a mis padres» pensó.

Pero al mismo tiempo, se sentía vacío, un vacío infernal que consumía todo su interior, que lo dejaba frío y carente de afecto, solo un títere capaz de copiar emociones.

No era depresión, sin duda alguna, él podía sonreír, sabía cómo hacerlo, a veces sentía cosas, a veces reía y otras veces incluso se divertía, no podía ser depresión pues él sentía amor, un amor visceral que lo destruía y volvía a armar. Pero aún seguía sintiéndose vacío.

Tal vez debería aceptar la ayuda que le ofrece la psiquiatra. No le gusta hablar del pasado y mucho menos de lo que pasaba por su cabeza, pero el vacío en su mente y corazón solo se volvía más grande.

A veces quería gritar, gritar hasta desgarrar sus cuerdas vocales y quedar afónico; otras veces llorar hasta que el sol anuncie un nuevo día.

A solo metros del salón su estómago se revolvió, Jared corrió hasta el baño y levantó la tapa del inodoro. El ardor en su garganta incrementó hasta vomitar.

Eran arcadas cargadas de impotencia y frustración, lágrimas de ira y después de que acabaron las arcadas fue llanto, llanto de derrota y vergüenza. Pues lo poco que había logrado comer, el pequeño avance que había logrado, todo se había ido en ese momento por el inodoro.



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Holissss, paso por aquí para decir que las actualizaciones serán una vez a la semana... por el momento.

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