Capitulo 8

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«Espero que alguno de ustedes vuelva para recordarme quién era cuándo desaparezca en esa dulce noche» Labrinth & Zendaya — All For Us.

•🥀•

Ambas mujeres veían a Jared a la espera de sus palabras. Eran pocas las veces que el pelinegro se sentía así de seguro, así de protegido, más no quitaba los nervios que sentía en su interior, eran como ganas de gritar y vomitar al mismo tiempo, sentía un vacío en su estómago cada vez que intentaba decir lo que estaba atrapado en su garganta.

— No te fuerces, Jared, respira profundo y calmado, habla cuando te sientas preparado — Le aconsejó Ángeles.

— Puedes decir lo que quieras, amor, estamos solo nosotros tres — Prosiguió su abuela.

Y sin poder aguantarlo más, gruesas lágrimas se deslizaban por las mejillas de Jared, era un llanto silencioso, destructor, todo aquel que lo vea pensaría dos veces la causa de su llanto pues su silencio era tal que solo pensabas en la cantidad de veces que tuvo que llorar de esa manera para que no siquiera se notara su agitada respiración.

Ángeles y Ágatha se acercaron a él, en un intento de calmarlo, pero temblaba, Jared temblaba tal vez por el miedo, tal vez por los nervios, no sabía lo que sentía.

— Jared, ¿Estás bien?...

No hubo respuesta, ¿Quién había hecho la pregunta? No importaba, solo quería decir todo lo que su mente le impedía.

—... La he cagado — Dijo entonces, después de un largo silencio — La he liado y ahora no sé qué hacer.

— ¿Qué ha pasado, hijo? — Preguntó Ágatha con la voz en un hilo.

— Se los he dicho... Les he dicho todo y me han llamado enfermo.

No había más, solo eso bastó para que ambas entendieran el significado detrás de esas palabras.

«Me han llamado enfermo» Se repetía en la mente de las dos como un CD rayado.

— Me tomaron por sorpresa, tenía planeado decirles con calma — Se detuvo un momento para tranquilizarse un poco antes de continuar — Sé que no todo puede ser perfecto, pero quería decirles cuando estuvieran calmados.

— ¿Tus padres viven en el siglo XVII o qué? — Preguntó Ángeles alterada.

— Ya sospechaban, me doy cuenta ahora, llegué a casa y... Querían curarme y... — Se cortó, el llanto lo ahogaba con cada palabra.

— Ya hijo, relájate — La señora Ágatha tomó a Jared en un fuerte abrazo y le daba caricias en la espalda como solía hacer cuando era un niño.

“Jared había llegado temprano a casa, sus padres estaban en la cocina, riendo y conversando y él aprovecharía ese momento para decirles. Si tuviera que elegir nunca les diría, pero ellos deben saberlo y más por aprobación es porque ellos al ser sus padres tiene el derecho de saberlo, pero nada más.

— Mamá, papá — Exclamó este llamando la atención de sus progenitores — Debo decirles algo.

— Claro, di lo que quieras — Respondió su madre, pero su padre se veía eseptico.

— Soy bisexual — Soltó rápido, como quién arranca una curita.

— ¿Disculpa? — Alterada preguntó su madre — Creo que escuché mal.

— No lo hiciste, soy bisexual — Aclaró.

Su madre no respondió, solo se levantó de la mesa de la cocina, susurró un par de cosas a su marido en el oído y se marchó.

El Diario De Las Mil VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora