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2 años después

La habitación iba llenándose de personas, desde betas hasta omegas que se encargaban del aseo de la habitación y el reemplazo de los objetos de baño. Muchas de ellas se apresuraron a preparar el baño que el príncipe tomaba al despertar y otros preparaban el traje que usaría durante el día. Hoseok se reincorporó de la cama y recibió el saludo respetuoso de todos los sirvientes. Sus ojos se mantenían adormilados aún, pero estaba con la suficiente energía para tomar un baño y reunirse con su padre para el desayuno.

Cuando los sirvientes salieron, tan rápido como ingresaron, el alfa pudo tomar el baño que tanto deseaba y se vistió con las piezas que habían dejado para él. Usualmente, algunos betas se encargaban de vestirlo, pero en ese momento no estaba demasiado encantado con tener a otras personas dentro de su habitación, no después de haber pasado su celo lejos del palacio y en completa soledad. Sus músculos dolían antes de ingresar al baño, pero ahora se sentían tan ligeros que le placía seguir descansando. No obstante, sabía que su padre no toleraría su falta al desayuno, ni siquiera por su propio bienestar.

Un suspiro salió de sus labios cuando se aventuró hacia el comedor.

Cada día, desde hacía un año atrás, había pasado con tortuosa lentitud para él. No existía momento en el que las obligaciones de su posición no se le hicieran sumamente aburridas y duras. No existía instante en el que no extrañara la presencia de su compañero, quien había desistido de quedarse en palacio, alegando que el tiempo fuera serviría para obtener una mejor visión de lo que realmente deseaba. Por supuesto, Hoseok no había dicho nada en ese entonces, totalmente indispuesto, pese a sus deseos, a retener contra su voluntad al omega. Sin embargo, viéndose tan solitario y apagado como antes de conocerlo, el anhelo de volver a verlo se había convertido en su tormento diario.

Taehyung había mantenido una constante comunicación con el mayor, a través de cartas y mensajes furtivos que llegaban cada quince días al palacio. Hoseok siempre se esmeraba en darle una respuesta alentadora a todas sus decisiones y acciones. El omega había madurado hermosamente, mucho más de lo que era en sus quince años de edad; su cabello había crecido en ligeros rizos, su estatura había aumentado ligeramente, su voz se había vuelto un poco más gruesa, pero sumamente mortal para el mayor; sus ojos, de un azul oceánico, habían adquirido la sagacidad sorprendente de la madurez y la coquetería propia de un omega noble.

Hoseok estaba cautivado por el menor, al extremo de considerarlo su único candidato a esposo, a pesar de las negativas de su padre. Verlo partir a la manada vecina fue difícil, pero estaba dispuesto a darle el espacio y tiempo necesario para que lograra cumplir con las metas que se había propuesto. Y ahora, un año después de aquella mañana soleada donde se marchó, estaba totalmente aburrido y agobiado.

Las responsabilidades habían aumentado con el paso del tiempo. Las visitas al pueblo eran más recurrentes, las clases con los maestros privados de su padre habían aumentado y su presencia en las reuniones importantes iba siendo más requerida que antes. Si no supiera que su padre tenía mucha vida por delante, juraría que este estaba preparándolo para darle su puesto prontamente.

Crown ; hopev.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora