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Al inicio de la mañana, todas las sirvientas se movilizaron para decorar el gran salón y cambiar todo lo viejo por nuevas y bellas telas, capaces de llamar la atención del rey más estricto

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Al inicio de la mañana, todas las sirvientas se movilizaron para decorar el gran salón y cambiar todo lo viejo por nuevas y bellas telas, capaces de llamar la atención del rey más estricto. Sus pasos presurosos se confundieron con el sonido de la alacena y las charolas. Miles de flores decoraron el interior del palacio, miles de adornos de plata y oro fueron dejados en zonas estratégicas para enaltecer la gloria del rey, miles de alimentos fueron comprados para abastecer la cocina los próximos dos días de celebración. Todo en el palacio estaba sufriendo un cambio, el justo cambio para recibir a los vecinos en el baile de compromiso que había orquestado el rey de Gwangju.

Al otro extremo, los residentes del palacio se preparaban para el disfrute de la noche, escogiendo sus mejores vestimentas y joyas para desfilar frente a los invitados. El harem se encontraba lleno de gritos, órdenes y vestidos que iban desfilando de un lado a otro, llenando las expectativas de las mujeres del rey, quienes estaban dispuestas a lucir hermosas aquella velada, con la única intención de exponerse y rivalizar con las invitadas de otras tierras, quienes eran halagadas por los alfas debido a la belleza que poseían.

Muchos de los invitados habían llegado el día anterior, luciendo sus más hermosos carruajes y manteniéndose altivos a la vista de los pueblerinos. Algunos reyes decidieron hospedarse en las mejores casas de viaje, siendo atendidos como si se encontraran en su propio hogar. Otros, valiéndose de su amistad con el rey, tuvieron habitaciones aguardando por ellos en el palacio. Todos traían mujeres con ellos, al igual que familiares e hijos. Por esa razón, la demanda de posadas en el pueblo había incrementado al punto de obtener más ganancias que el comercio, una de las actividades que enriquecía al reino.

Jimin y Taehyung habían observado curiosos todo el ajetreo de las omegas y las habitaciones que recibían a los invitados, siendo sigilosos en su inspección para no ser atrapados por los demás. Ambos omegas se encontraban maravillados por todo lo que acontecía a su alrededor, pues eran inexpertos en la materia y sabían que, en algún punto de su vida, también participarían en todo aquello.

—Este palacio siempre es silencioso, pero, ahora, no hay manera de encontrar silencio —comentó Taehyung, mientras regresaban a sus alcobas.

—A pesar de que es un gran acontecimiento, tanto para el reino como para los invitados, me temo que este tipo de celebraciones no son tan buenas como las fiestas de los plebeyos —el rubio se acercó a su amigo y le susurró con cuidado—: Yo he asistido a muchas de sus fiestas y, créeme, son muy divertidas.

—¿Las fiestas de los plebeyos son más divertidas que las celebraciones reales? —cuestionó en un susurro.

Jimin asintió, demasiado convencido de su afirmación. El rubio había vivido entre plebeyos durante mucho tiempo, había conocido sus costumbres y sus festividades. Muchas de las celebraciones se hacían al aire libre, entre todos los pobladores, con música alegre y bebida a montones. Todos ellos danzaban cantos a los dioses y celebraban las fechas más importantes. No les importaba amanecer borrachos o tendidos en las calles, solo se interesaban en la diversión que obtendrían de la fiesta. Muy diferente a las celebraciones de los nobles o en los palacios. Los invitados usualmente se frenaban a sí mismos para guardar las apariencias, excluyéndose de toda diversión.

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