La carta

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Los bordes parecían brillar bajo la luz de los fluorescentes. A mi alrededor todos estaban ocupados con sus almuerzos y gracias a eso, no me vieron abrir el sobre y desaparecer. 
De golpe me vi rodeada de estanterías llenas de libros, en un gran salón que olía a madera húmeda y tabaco. El segundo aroma no me gustaba nada y mucho menos la persona que lo producía.
Era bajito y delgado, su gigantesco bigote se sacudía al hablar.
- Jovencita, deberías saber dos cosas.  La primera, tienes las zapatillas sucias y la segunda...
Soy tu tío Barbarnavis, y pequeña, eres la nueva líder de nuestro aquelarre.

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