Siempre he pensado que las lágrimas ayudan a las emociones a salir fuera, para de esta forma, dejarnos respirar. Pero lo que nunca se paso por mi, es el viaje que realizan.
Todo comienza por un detonante, pero atención, si es algo bueno, el viaje es algo diferente a si es malo.
Imaginemos que llevamos semanas de estrés y agobios, alguna mala noticia y muchos cambios hormonales. De repente, el único día que pensábamos que estábamos bien, vemos un vídeo de perritos y comenzamos a llorar como si no hubiera un mañana. No lloramos por ese perro haciendo cosas de perro humanizado. Lloramos por la emoción que nos genera. Pues la lágrima comienza ahí. En tu decisión de ver el vídeo.
Luego va al estómago, este se retuerce y cierra hasta que hace que te duela el pecho. Ahí me manda señales para revivir todo lo malo que hemos vivido.
Y no poco a poco, sino en avalancha.
Tu barbilla se mueve incontrolablemente, la nariz decide ponerse a soltar mocos que no tenías hace medio segundo y los ojos... ah... los ojos. Por ellos caen gotas que ni en una tormenta perfecta.
La cosa no acaba ahí.
La lágrima que te ha dejado bastante roto, vuelve a tu boca, caen de golpe en la lengua y es el sabor más agridulce del mundo. Sin hablar de que llenas las ropa de ellas (y de los mocos ya nombrados)
Todo ese drama para que el nudo de los tu barriga se suelte, para que puedas volver a respirar y no sentir que te estás muriendo.Volvamos a imaginar, esta vez el recorrido es diferente. Estamos mal (o bien). El acto más tonto del mundo ocurre. Ves un meme, uno absurdo e irrelevante y comienzas a reír, hipar, roncar y dar manotazos cuál gorila.
Por supuesto lloras de la risa.
Aquí algo comenzó espontáneamente, yo me desinhibí y di rienda suelta a un tropel de hormonas felices que arrasaron en su camino. La garganta soltó el primer ¡Ja! Y ya no pudo parar, la nariz se quedó sin intervenir, esta vez. Pero la lágrima viaja a la barriga para doler y provocar flatos. Lo que te lleva a reír más fuerte, es ahí donde la ella se lanza a la aventura. Es asombroso porque su sabor no tiene nada que ver con las de tristeza. Aunque son saladas no te marcan.
Digamos que hay más viajes, y hay más motivos, pero ni yo, como cerebro, los llego a entender todos.
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Microrrelatos II
RandomEn este recopilatorio de historias volcaré emociones. Seguiré experimentado con las palabras, continuaré buscando el silencio entre los gritos del día a día.