Mino

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Al cerrar los ojos recordé lo que era correr como el viento.  La libertad me latía en el pecho mientras una carcajada histérica abandonaba mi garganta. Los impactos de mis cascos en el suelo me hacían temblar hasta los colmillos. Pero por desgracia, la realidad era otra. Cuando abría los ojos volvía a estar condenado a vivir vagando por los interminables pasillos de un laberinto. Cada paso dejaba huellas en las que se iba poco a poco mi alma. Acercándome más a la bestia. 

Microrrelatos IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora