El tic,tac del reloj acompasaba los latidos de mi vena del cuello. Mi pierna con disimulo evidente, se movía como un resorte. Mi cuerpo me pedía una cosa a gritos, pero ni de broma volvería a beber. Posé mi vista en todos los objetos de la habitación y cuando volví a mirar la hora del maldito reloj, deseé no haberlo hecho.
-Vendrá cuando esté preparado, no antes- Me habían dicho.
Yo esperé, se lo debía y cuando mis uñas estaban próximas a desaparecer, el tic,tac, se congeló.
-Madre.
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Microrrelatos II
RandomEn este recopilatorio de historias volcaré emociones. Seguiré experimentado con las palabras, continuaré buscando el silencio entre los gritos del día a día.