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POV GRAHAM

No era fácil articular mis tiempos, mis horarios imposibles de la empresa con tener un hijo que para mi,en realidad, era todo lo que me importaba.

Simón era excelente alumno, yo me encargaba de saber eso todos los meses a través de comunicaciones con los directivos.
También era bueno en deportes, toda su vida había practicado uno distinto, y yo no me perdía un solo partido de lo que sea.
sin embargo él nunca lo supo.

Me sentía aparte de su vida y sabía que lo merecía, merecía que no me tuviera en cuenta ni contara conmigo para nada, yo me había ido, lo había dejado y me ausente tanto tiempo que no podía pretender que él me quisiera y por supuesto tampoco podía intentar explicarle que no me había ido porque no lo amaba a él, o a Damon; me había ido porque en ese momento sentía mucho miedo, mis padres se habían encargado de meterme en la cabeza tantas dudas y tanta angustia, tanta culpa, que me parecía que era incapaz de cuidarlo y darle una buena vida, me habían convencido de que yo nunca sería suficiente ni un buen padre porque era homosexual, lo hicieron con tanta fuerza que me lo crei todo y cometí el peor error de mi vida, dejé solas a las únicas dos personas que alguna vez amé de verdad, y que me amaban.

De todos modos no podía culparlos a ellos, yo era un adulto y la decisión fue mia, y las consecuencias de esa decisión estaban ahí, teniendo que ver a mi hijo a escondidas, disfrutando su crecimiento a distancia.

Con los años, de alguna manera, levanté un muro entre él y yo, un muro con un hueco oculto ante su vista donde yo podía verlo de cerca.
simplemente sabía que no era merecedor de su amor, asi que cada dia le dejaba todo servido para que no quererme no le dejara ninguna culpa, jamás haría lo mismo que mis padres hicieron conmigo, queria que él creciera libre, feliz y sin culpa.

Asi que mi distancia solo me perjudicaba y me hacía sufrir a mí, a él lo libraba de tener que quererme, o al menos eso esperaba.

Como cada jueves yo dejaba todo lo que estuviera haciendo y a las tres en punto iba a verlo jugar.
llegaba y me acomodaba algo alejado de las gradas.
Simón jugaba y parecía divertido, mientras corría se le movían los rulitos que yo vi crecer, me hacían acordar a  cuando dormía en mi pecho y esos mismos rulos estaban bajo las caricias de mis dedos.

No había un solo dia en que no me hiciera sentir orgulloso y agradecido de tenerlo.

Aquél jueves, después de ver a mi hijo jugar, volví a la empresa.
a veces sentía que la empresa y yo éramos un mismo ente.

entrando noté a alguien apoyado en un auto que reconocí enseguida.

Caminé hasta él mientras él lanzaba una colilla al suelo.
estaba listo para pedirle que la recogiera ya mismo, pero no me dio tiempo, se inclinó y ya apagada la tomó para meterla adentro de una bolsita.

-¿usted? ¿que hace acá?

el profesor de Simón, del cuál estuve escuchando hablar en los últimos días, sonrió tranquilo

-vine a buscar a mi hermana, trabaja acá y está sin auto

me molestaba esa sonrisa constante ¿quién podía vivir tan feliz y despreocupado?
empecé a alejarme para entrar a mi oficina pero él me detuvo

-Señor Coxon-voltee a verlo y su intensa mirada sobre la mia me generó algo extraño, tarde un poco en darme cuenta de que nadie me sostenía la mirada como lo hacía él-creo que usted y yo empezamos con el pie izquierdo. quiero disculparme por el exabrupto del otro día

-bien, no se preocupe

volví a intentar alejarme, pero parecía que el repentino profesor favorito de mi hijo tenía intenciones de hablar

PresenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora