Era un cementerio hermoso, rodeado de flores y árboles; pero solo los cuatro árboles enormes de cada punta del lugar, como gigantes centinelas haciendo guardia de las almas que allí habitaban, eran apreciados con admiracion y tal vez un poco de miedo. Sus portes eran demasiado solemnes para los humanos, ninguno dejaba a sus niños acercarse cada vez que iban por allí.
Las flores, por el contrario, eran vistas como "demasiado alegres" por algunos familiares al visitar a sus difuntos; se suponía que un cementerio era un lugar austero y sombrío, no un lugar para sentir alegría por su belleza.Ese día, un día como cualquier otro, las almas del cementerio comenzaron a reunirse, salían de todas partes, en cada rincón se podía apreciar las tenues siluetas pálidas saliendo de su descanso bajo tierra. Podían sentir que algo se acercaba.
Salían de la mayoría de las tumbas: de tumbas viejas, tumbas nuevas, de grandes mausoleos de antiquísimas familias adineradas; salían saboreando la atmósfera que se empezaba a crear.Susurraban entre sí.
- Una nueva, más historias, más compañía; una nueva se acerca por la entrada, miren que cerca está -
Poco a poco las almas empezaron a rodear la entrada del cementerio, en un murmullo emocionado pero sombrío y bajo, que solo ellas podían oír.
Se quedaron detrás del ataúd y acompañaron a la procedencia de seres vivos mientras los observaban llorar, decir unas cuantas palabras de despedida y bajar con sumo cuidado el cajón rectangular en una tumba recién cabada, ubicada justo en una de las esquinas más lejanas del cementerio.
- Cada vez menos lugar queda, necesitamos más espacio, más historias, más compañía... - continuaban con su cantinela lúgubre e incesante.
El grupo de seres vivos empezó a dispersarse, se saludaban entre ellos y poco a poco comenzaron a retirarse del cementerio.
Un hombre solitario se rezagó entre los demás y se quedó más que nadie, pero finalmente abandonó el lugar con un pañuelo entre las manos y el rostro.- ¡Ya viene, ya viene! - los susurros sonaban ensordecedores en el silencio del lugar.
Finalmente salió. Un alma nueva, fresca, recién salida de su cascarón.
Miró extrañada al grupo que se había congregado frente a su tumba y sin más que decir, la multitud rompió en aplausos y vitores.
Querían convencerla, disuadirla de que se quede con ellas allí, por siempre, a contar historias nuevas de su vida como ser vivo. Incluso habían llamado a otras almas que rondaban el cementerio, las cremadas, las sin tumba, las que no vivían allí, pero que siempre eran bienvenidas por las demás.
La nueva alma, agradecida pero extrañada, empezó a preguntarse: ¿Por qué? ¿Por qué tenía que quedarse? Ella ya había cumplido: ya no sentía miedo, frío o amor, los remordimientos del pasado junto con los resentimientos, ira, pudor o felicidad habían desaparecido junto con su cuerpo físico. No había ni una pisca de necesidad o ganas de quedarse en ese lugar, ni en ningún otro realmente.
La nueva empezó a sentir la agitación de las demás, querían que se quede a toda costa. Empezaron a sentir celos, envidia de la determinación y falta de miedo a lo desconocido de esta nueva alma. Intentaron sostenerla, retenerla por cualquier medio necesario.
Si ellas no se iban, nadie se podía ir.El alma nueva lo sabía, no era nada tonta. Las había oído susurrar desde el ataúd, las había visto solo sacando un ojo por el cajón, había visto como la rodeaban y escuchó su cántico obsceno, regodéandose como moscas alrededor de una comida olvidada fuera un día de verano.
Pudo notar como evitaban las esquinas del cementerio, como evitaban los enormes árboles centinela.
Sin perder un segundo antes de que la rodeen por completo, el alma nueva se dirigió rápidamente hacia el enorme árbol más cercano, rogándole pasar a salvo y poder salir de ese lugar, poder salir de todos los lugares, ella ya había cumplido y no pensaba quedarse allí.
El centinela le ofreció una de sus ramas en cuanto estuvo lo suficientemente cerca, y ella la tomó sin dudar.
Y subió. Arriba, arriba hasta la copa más alta, pudo sentir como el final y el principio se acercaban, las ramas se contrajeron hacia dentro e impulsaron a esa nueva alma hacia la nada, hacía todo, hacia más allá.
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Historias cortas
Short StoryHistorias fantásticas no tan fantásticas de todos los días.