Capítulo 4

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Ojalá se atragante con la comida. 

─Buenas noches ─ me saluda el idiota en la puerta del restaurante. Utiliza un tapado negro sobre una camisa blanca y unos pantalones negros. Se ve muy bien, pero eso no quita que sea un imbécil. Aunque ayuda a difuminar el odio que comienzo a sentir por él. 

─Hola, Steve Jobs. ─ hablo mientras paso por su lado. Cuando escucho un pequeño golpe detrás, volteo, para encontrarme con que mi padre se ha chocado contra Thomas, quién nunca había vuelto a caminar en su distracción aparente, conmigo. Sonrío mientras lo observo. ─ ¿Qué pasó? No me digas que te has distraído. ─ le pregunto cuando quedamos a la misma altura, aunque es una forma de decir, porque él me lleva bastante. Él me observa con una risa contenida, y finalmente nos acercamos a nuestra mesa. 

─No hace falta que diga que te ves bien, pero que todo ésto no va a hacer que firmemos más rápido. 

─Wow, ni siquiera me vestí con intención de persuadir. Éste es mi vestido tranquilo. ─ hablé mientras tomaba el asiento junto a él. 

Ordenamos pastas, y la cena fue más que nada de negocios. Estaba tan harta de éste caso que casi quería tomar una pluma para hacerlos firmar en ese preciso momento. Lo más interesante de la noche fue cuando ví a Tom quedar completamente pálido a mi lado. 

La situación fue muy graciosa. Nos encontrábamos terminando el plato de pasta, cuando sentí cómo el celular que Tom había dejado sobre la mesa, por supuesto, vibraba. La pantalla se iluminó, y él tomó el teléfono tan rápido que creí que se le caería de las manos. Estuve a punto de preguntarle si acababa de ganar la lotería o algo así, pero entonces ví como su rostro palidecía ante lo que leía. Aparentemente no fui la única en notarlo, y agradecí no tener que verme tan chismosa, porque su padre fue quién preguntó. 

─Thomas, ¿todo está bien? 

─S- si, solo... Algo personal, tranquilo. ─ bueno, eso no ayudaba a calmar mi curiosidad en lo más mínimo. 

Por mi parte, me desconecté del resto de la cena. Realmente no era como si fuera a hacerles falta. Nadie me había preguntado nada en unos buenos cuarenta minutos, descartando al mozo, que amablemente me preguntaba si quería que mi copa fuera rellenada. A todas las veces respondí que sí. 

─Entonces, ¿desde hace cuánto trabajas con tu padre? ─ me preguntó Thomas, en cierto punto de la noche. 

─A- ahm... hace un par de años, ¿tú?

─Lo mismo. Intento que me pase la compañía, pero supongo que ya puedes verlo. 

─Si, lo veo. ─ hablo. Como mi padre, se niega a crecer.

─No puedo hacer que se ponga gafas, no podré hacer que me dé la empresa.

─¿Eso quieres? ¿La empresa? 

─Siempre supe que seguiría con el trabajo de mi padre. ─ habla él, y asiento. 

Mientras la cena continúa, me centro más en él. Creo que por primera vez hemos logrado hablar sin necesidad de pelear o recurrir a la ironía, y esas líneas hacen que comience a ver que realmente es una persona atractiva. En cierto punto comienza a hablar, no tengo idea de qué hablan el resto de las personas de la mesa, pero él comienza a relatar una historia suya, mientras observa a cada uno de los integrantes de la mesa. Mueve sus manos mientras habla, y se explica tan bien que me pregunto cómo no consideró ser profesor. Aparto la mirada antes de caer en el pensamiento de que este chico realmente me gustaba. 

Y en medio de la cena, nuestros padres deciden salir a beber juntos. Confirmo totalmente que todo esto se está estirando simplemente por su amistad. 

Champagne Problems  | Tom HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora