Capítulo 12

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THOMAS. 

Llevaba una cuenta de los días que hacía que no la veía. Pero no, no estaba interesado en ella en lo absoluto. 

Iniciar la primavera siempre es un evento hermoso, sobre todo si tienes de hermana a Sarah, que siempre se encarga de enviarte las "primeras flores del año". Y aunque siempre le envío una foto cuando las pongo en agua, casi que fingiendo que no me gustaron, siempre agradezco profundamente de tenerla en mi vida. 

Esperaba las flores de Sarah, pero lo que no sabía era que me vendría junto con una sorpresa en la oficina. 

Jo se encontraba charlando con mi padre como si lo conociera de toda una vida. Su rostro se sonrojó tanto al verme que creí que explotaría. Y la cuenta regresiva llegó a cero. Me alegraba que así fuera, porque la extrañaba. 

─Hola, ¿estás bien? ─ le pregunté. 

─Si, tengo alergia al cambio de estación, y a los empresarios engreídos. 

─Será mejor que tomes aire fresco entonces. ─ bromeo. 

─¿Quieres acompañarme? ─ me pregunta. Frunzo el ceño en lo que le devuelvo la mirada. Mi padre le sonríe a su computadora en lo que intento analizar qué demonios ha ocurrido el tiempo que llevan juntos. Cuando le respondo que con gusto la acompañaría, Norman parece ver anotar a su equipo favorito. 

─No quiero ofender, pero... ¿qué haces aquí? ─ le pregunto. 

─Pues... otro contrato. ─ me dice, y mis esperanzas de que haya venido simplemente a verme se caen al piso. 

─¿Qué? ─ se me escapa. Definitivamente tendría que haberle dicho algo más interesante, pero no lo hago, prueba absoluta de que he perdido las pocas neuronas que me quedaban. 

─Solo bromeo, idiota. Puedo bromear ─ dice, me hace sonreír ─ Quería hablar contigo. 

─¿Por qué querrías hablar conmigo? ─ pregunto en el mismo tono en el que ella habló. 

─Dime, ¿yo te agrado? ¿o simplemente fingías porque teníamos que firmar el contrato? ─ me pregunta. 

Hace exactamente la misma pregunta que mi cerebro lleva formulando una y otra vez. Sé que tengo una respuesta, debe haber una respuesta, ¿cierto?. Sé que la hay, porque cuando la besé, lo que menos tenía en mente era el cotrato. Mi cerebro se ve acorralado, porque que tengo que responderle algo. No puedo decirle que no estoy seguro, ni puedo decirle que no tengo idea de qué siento por ella. 

El hecho de no sentir algo por ella es el problema. 

El hecho de mentirme a mí mismo diciendo que no siento nada por ella es el problema. 

Y se aclara todo. 

Y se vuelva a oscurecer. 

Porque no puedo decirle que me gusta.

Porque todo mi cuerpo se niega en decirle nuevamente a una chica como Jo que me gusta, mi cuerpo tendría una reacción alérgica si nuevamente una chica como ella me rechazara. 

─Sería genial si respondieras para hoy, tengo cosas que hacer. ─ agrega ella. 

─No puedo responderte. ─ le digo. 

─¿Por qué? ─ pregunta ella mientras frunce el ceño. 

─No hay nada positivo en mi respuesta. 

─¿Positivo para tí? ¿O para mí?

─No puedo decirte lo que siento. 

─Pero... te lo estoy pidiendo. ─ dice ella, y tiene razón. Solo parece que no estoy biológicamente preparado para decírselo. 

─Te juro que no quieres saberlo. 

─¿Tanto me detestas?

─No es eso. ─ se supone que tendría que saberlo. Se supone que tendría que adivinarlo. Pero no lo hace, y yo tampoco puedo decirlo. 

─¿Entonces qué es? 

─¿No tienes nada más que hacer? 

─¿No tienes nada que responder? 

─¡No puedo decirlo!

─Tienes un total de diez años, ¿sabes eso? 

─¡Me gustas! ─ se me escapa, o suelto. El tema es que lo digo, y es irrevercible, y es completamente peligroso, pero lo digo. Y lo que es peor, continúo ─ ¿Querías escucharlo? Aquí lo tienes. Parece que te he visto tanto que ahora te veo hasta en sueños, y no puedo decírtelo- no podía decírtelo, porque hay un Sam, porque tú eres... bueno, ¡tú! y ni siquiera te agrado. ─ exclamo ─ No puedo decírtelo, porque nos besamos, y aunque haya sido el beso más increíble de toda mi existecia seguramente, no puedo decírtelo, porque me transformaría en un idiota. No puedo decirte lo que me pasa porque ni yo lo sé, solo sé que pienso en tí muchas veces al día, pienso en cuado choqué tu auto, y en cuando te vi por segunda vez en el ascensor... pienso en tí. Así si lo que querías era que cada vez que me veas todo se vuelva incómodo, genial, porque es lo que está a punto de ocurrir.

Ella me observa. Sus hombros se relajan, y su expresión se suaviza. No sé que hará, solo espero que no corra. 

─¿Y por qué era tan difícil decirlo?

─Porque estoy harto de que me rompan a la mitad. Estoy completamente harto de que mi mente haga historias que no existen-.

─¿No existen? ─ pregunta. Y entonces, es mi cuerpo el que se relaja. 

Y se acerca, y me besa. 

Me presiona más y más cerca de ella, hasta que siento como si estuviera fundiéndome en su piel. Me siento uno con ella. Podríamos estar volando ahora mismo. En este momento, la gravedad no me aferra al piso, sino lo que me pasa con ella. 

...
NOTA: Buenassss, diganme en cuántas horas les gustaría que les suba el final!

Champagne Problems  | Tom HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora