Capítulo 9

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THOMAS. 

Me volvía absolutamente loco su forma de ser, pero no podía suceder. 

O eso creía.


Ella me sostuvo. No quería, ni podía permitirme que nadie vuelva a sostenerme. Pero mientras le abría mi corazón en esa mesa, ella me sostuvo. Se encontró frente a mí escuchando mi tragedia romántica como si realmente significara algo para ella; como si realmente le importara. Sabía que no era así. A nadie le importa la historia de una propuesta fallida. A nadie le interesa la historia de un romántico rechazado. A nadie le interesan los fracasos. 

Sin embargo, ella, me sostuvo. Y por ese segundo en el que tocó mi mejilla, me sentí bien. Mi cuerpo recuperó la habilidad de sentirme cuidado, y luego la bloqueó por completo. 

Luego, por varias horas, no improtó que me acuse de ser un corazón frío, no pude volver a hablar de nada con tal grado de profundidad. 

Pero si tuviera que recuperar lo poco que me quedaba de humanidad, y para ello necesitara un recuerdo, siempre sería el recuerdo de Jo en ese estupendo vestido. 

Hacía que todas las células de mi cuerpo se sintieran provocadas. 

Josephine comenzó a beber conmigo. Los tragos y nuestras conversaciones sin importancia comenzaron a tomar lugar en la mesa, y en la fiesta. Con un poco de ayuda e insistencia por su parte, terminamos en la pista. 

Hubo una época en la que disfrutaba bailar, en la que disfrutaba estar allí, danzando al ritmo de la música, dando saltos y contorneándome como si nada me importara. Sin embargo, ese Thomas era cuento pasado. El de ahora, solo podía hundirse en tristeza. 

Y en calor. 

Ella sí podía hacer todo lo que yo no. Ella sostenía su vaso en alto mientras sus caderas se movían de una forma en la que ninguna persona podría ver sin sentirse de la forma en la que yo me sentía en ese momento. 

Josephine provocaba a cada persona que tuviera sangre en su piel, era casi parte de su personalidad. Era un pequeño diablillo. Una jodida. 

Así que claro que caí. 

Pero Jo tenía a Sam, y Sam era un buen chico. Así lo había dicho ella, al menos. No conocía demasiado al hombre, no sabía si Sam era de Samuel, de Samson o cualquier otro nombre que comenzara con Sam. Solo sabía que ese tal Sam tenía algo que ahora mismo yo quería. Algo que ahora mismo yo deseaba. 

─¿Eres de madera o solamente estás muy borracho? ─ me preguntó la chica mientras daba un pequeño salto que la acercó más a mí. En ese momento fue cuando noté que pasaban electrónica. El antiguo yo disfrutaba mucho la música electrónica. 

─Analizaba la canción ─ mentí. Y ella notó que mentí. 

─¿Quieres saber lo que yo creo? ─ asentí, con repentinas ganas de querer saber todo lo que ella creía o sentía. Estas ganas aumentaron aún más cuando la ví acercarse más a mí. ─ Creo que no has superado tu ruptura, y creo que sí te importa poner a esta chica celosa. ─ No sabía si ella quería ayudarme a ponerla celosa, o realmente estaba leyendo en mí. ─ Puedo ayudarte ─ me dijo. 

Considerando todo, me olvidé de los motivos por los cuales no quería acercarme a ella. 

─Está bien. ¿Qué propones? ─ me animo a decirle. 

─Pon tus manos en mi cintura ─ me dice mientras rodea mi cuello con sus brazos. 

─No es algo que se haga con música electrónica, ¿sabes? ─ le digo, pero pongo mis manos exactamente en su cintura. No me atrevo a bajar ni subir un centímetro. 

Champagne Problems  | Tom HiddlestonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora