Capítulo 15

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Órdenes.

Firial Kalfa es una mujer que sabe sus obligaciones y que por más que tenga preferencia, debía de cumplir con su trabajo. Había mandado a Şeker Agha que preparará una crema de nueces sin azúcar, un alimento que contenía una hormona que hace sentir más sueño, especialmente para Hürrem.

También había pedido a la doctora una hierba para conciliar rápidamente el sueño para ella, pero realmente iba a utilizar la melisa o sándalo para hacer un té para Hürrem. Y así poder hablar tranquilamente con Gülnihal sin miedo a ser descubiertas.

Camino hasta los aposentos de la pelirroja y para su tranquilidad, ella se encontraba dormida mientras era arropada por su ahora, criada. La muchacha se dió la vuelta y vio como la kalfa la llamaba.

- Necesito que vengas conmigo, ya te preparamos el baño. - anuncio tomándola de su brazo para ir al lugar indicado.

- Ahora no puedo ir, debo quedarme con Hürrem. - le comentó sin moverse de su lugar.

- Debes bañarte y prepararte
rápido. Irás a la cama del sultán, él te desea. - dijo con franqueza, no quería perder mucho tiempo.

Gülnihal tragó grueso, y volvió a mirar a su amiga, tenía miedo de lo que sería capaz si se llegará a enterar. Sabía que debía cumplir esas órdenes, la sultana Hatice aún no había informado al harem que ella había vuelto a ser una odalisca.

- ¿Qué esperas? Vamos, se nos va a hacer más tarde. - le insistió para luego ver cómo ella, cerraba la puerta con delicadeza. - Muy bien hecho, no olvides que estás para complacer a todo lo que diga su majestad.

La de cabellos claros veía como se esmeraban las criadas en colocarles las joyas, la maquillaban y le arreglaba su cabello. Su reflejó la mostraba como la odalisca que alguna vez había sido de Mahidevran, solían arreglarse de esa forma tan presentable y tan delicada.

- No creo que sea lo correcto, ya te dije que deje de ser parte del harem del Sultán. - intento persuadir a la kalfa.

- Tranquila, solo recuerda que estás aquí para acatar órdenes. Si él, te pidió especialmente a tí, es por algo. - aconsejó Firial colocándole un poco de perfume.

- ¿Gülnihal? ¿Qué significa esto Firial? - pregunto Daye Hatun acercándose a la habitación desocupada de Hürrem.

- El Sultán, desea verla está noche, la pidió precisamente a ella. - contesto con franqueza la kalfa.

- Pero ¿Qué es lo que trama? - le susurro a la peli-negra un tanto preocupada. - ¿La sultana Hatice sabe de esto?

- Así es, ella dió la autorización de prepararla.

Daye solo asintió inconforme, no porque la muchacha fuera fea, por supuesto que no, era la mujer más hermosa que había visto después de las dos kadines. Pero algo en su interior le decía que esto no debería pasar, pero no podía hacer nada.

Trato de tranquilizarse, tal vez Hürrem solo le daría un bofetada como lo hizo con Ayse Gözde hace unos meses atrás. La acompañó junto con Firial y Sümbül a los aposentos del sultán y el temor de la joven volvió a presentarse, no se atrevía a ingresar.

- Si no quieres que te vuelva a llamar, solo agacha tu cabeza y deja que él te toque, no digas nada y no hagas nada. - aconsejó Firial dándole ánimos.

- ¿No pueden mandar a otra? Él tiene varias favoritas. - intento convencer a los tres pero fue ignorada totalmente.

- ¿Qué no entiendes, niña? ¿Eres tonta o retrasada? El Sultán te quiere en su cama, grábate eso en la cabeza. - le dijo un tanto arto el agha llevando su mano a la cabeza de la de cabellos claros.

Volver a comenzar (Mahidevran)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora