El baile de corazones

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Satoru nunca fue bueno en los trabajos ni tampoco para ir a trabajar, aunque ahora está agradecido de tener 4 empleos distintos que mantienen su mente distraída de su tristeza, sus amigos siguen en su casa y es que, como muestra de apoyo se quedaron a hacerle compañía, bueno, Nanami fue obligado, trajeron sus maletas, hicieron maratón de películas, al tener varias habitaciones disponibles no hubo problemas en que los 4 estuvieran cómodos durmiendo separados, se sentían de vuelta en sus años de universidad, antes de que Satoru la dejara, les dieron una residencia en donde gracias a las influencias de los padres de Shoko pudieron estar tranquilos los 5 en una sola casa, si, también incluyeron a Suguru en su grupo, 4 habitaciones y la parejita del grupo dormía junta, había días en donde preferían dormir con audífonos cuando estos se ponían demasiado románticos, cocinaban, reían, se ayudaban mutuamente, así fue hasta que ellos terminaron, entonces Suguru se fue a una habitación personal dentro de los edificios para residentes, alejados de ellos, y a los pocos meses Satoru se retiró de su carrera y se fue de viaje a Italia una temporada, cortaron el contacto con Suguru, se cambió de horario y le perdieron el rastro.

Volviendo a la actualidad, el albino extraña esa parte de su juventud, cuando eran amigos, hasta que se enamoraron.

-El amor arruina las cosas -murmura tomando su chaqueta y bajando las escaleras para tomar su taxi e irse a su trabajo de camarero.

-¿Sigues con eso? -Shoko lo detiene antes de que se vaya.

-¿Qué hay de ti? -la mira y se acerca a ella para acomodar ese mechón castaño que cubre una parte de su rostro- te guardaste para ti ese sentimiento, pienso que... no le dices nada a ella porque temes a que terminen como nosotros.

-Soy una jodida gallina, Satoru, a ella le gusta otra persona, es diferente -la castaña toma un cigarrillo, lo prende e inhala en aroma a tabaco.

-No fumar en mi casa, le hace mal a mis platitas -la regaña señalando el cenicero en la mesa- se me hace tarde.

-No te rindas, al menos dile de corazón tus sentimientos -sonríe de medio lado y cierra la puerta.

-Eso haré... -mira su reloj- mierda, 20 minutos para las 8pm, voy a llegar tarde y mi jefa me va a gritar.

Una noche tranquila, Suguru con su exesposa y sus hijas jugando al salón de uñas, una maquilla a Yuki y la otra pinta las uñas de su padre mientras espera a que termine el tiempo de la mascarilla de pepino

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Una noche tranquila, Suguru con su exesposa y sus hijas jugando al salón de uñas, una maquilla a Yuki y la otra pinta las uñas de su padre mientras espera a que termine el tiempo de la mascarilla de pepino.

-Te queda espléndido, oh si, ese definitivamente es tu color -alaga Nanako tomando el esmalte lila- no te muevas, papi, luego voy a poner brillos.

-Si, lo sé, es que me estás torciendo la mano -el azabache se queja de la fuerza que tiene la pequeña.

-Agradece que no estamos jugando al hospital -Yuki se burla de su mueca.

-Ni lo menciones -rueda los ojos y su cuerpo se estremece al recordar que la última vez que jugó al hospital con sus hijas, Mimiko lo tumbó en el suelo para colocarle una inyección y este al tratar de escapar hizo que la pequeña saltara sobre su espalda para poder clavarle la inyección de plástico.

Cupids (FushiIta) (SatoSugu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora