Luchar por aquello que quieres

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Su despertador suena asustándolo, Suguru había olvidado por completo que ese sábado tiene que ir a la panadería a revisar que todo esté bien, no obstante, no puede llevar a sus hijas a una cocina con hornos altamente peligrosos, eso es lo que piensa ya que Satoru no ha llamado para confirmar.

-Mierda, mierda, mierda -maldice tomando su abrigo y dejando a sus hijas aún dormidas en la casa para ir a comprar algo para su desayuno y luego irse a la panadería- es tarde, maldito Satoru.

-¿Tan temprano me maldices? -dice el albino bajando de su auto en la cochera del edificio.

-¿Cómo te dejaron estacionar?-.

-Dije que soy el nuevo esposo del señor Suguru Geto, y me dejaron estacionarme -Satoru se quita sus gafas oscuras para guiñarle- traje el desayuno.

-De eso hablaremos después, las niñas están dormidas, me tengo que ir, oh, las llaves -Suguru saca de su llavero la llave de su casa- me tengo que ir.

-Si, llévate el desayuno, ve con cuidado -Satoru apresurado saca el café y las empanadas, esperaba poder estar con él en el desayuno.

-Gracias... nos vemos-.

El albino se queda de pie unos minutos y luego camina por las residencias entrando al ascensor para irse al piso 8 y entrar con cautela a la casa de Suguru.

-Dijo que sus mocosas estaban dormidas -murmura cerrando la puerta y dejando el desayuno en la mesa- es bonita su casa -Satoru sigue caminando por el lugar observando los cuadros en donde está el azabache con sus hijas, en el refrigerador hay dibujos e imanes de dinosaurios, suelta un suspiro y va a sala en donde en una repisa encuentra un portafotos de Suguru besando el abultado vientre de Yuki- ish, yo hubiera estado más guapo -masculla volteando la foto.

Se sienta en el sofá para ojear su celular un rato, así se debe de sentir una casa con niños... acogedora, cálida, le recordaba un poco a cuando cuidaba de Megumi antes del divorcio de sus padres, luego el azabache se volvió más distante al cariño de otras personas sumado a eso el accidente de su madre, empezaba a meterse en peleas, y fue cuando repitió el año escolar, a veces cuando lo ve, extraña un poco a aquel mocoso que cuando lo veía corría a abrazarlo o miraban películas juntos, sacude su cabeza ante esos recuerdos y se estira dispuesto a echarse en el sofá.

-Que alegría que sigan dormidas -suspira aliviado cerrando sus ojos.

-¡Pues te equivocaste anciano! -grita Nanako saltando de quien sabe dónde para derribarlo.

-¿Porque son tan fuertes? -masculla adolorido, estaba por levantarse cuando Mimiko aparece y lo apunta con una crayola.

-Silencio -dice Nanako.

-Vengo en paz, hasta les traje el desayuno -dice adolorido, juraría haber escuchado su espalda crujir al levantarse- no se que les gusta y traje waffles con crema -con dificultad se acerca a la mesa en donde ambas niñas están sentadas.

-Umn... tregua por ahora, eso no significa que estemos en paz -alega Nanako balanceando sus pies en la silla mientras espera a que Satoru les sirva el desayuno.

-Papi sabe hacer wafles, les pone miel encima y frutas -continúa Mimiko como si el anterior ataque no hubiera sucedido.

-Pues que bueno -masculla sentándose con ella en la mesa dispuesto a desayunar- y a ustedes... ¿qué les gusta hacer?

-Pintar, ir al parque -responde Nanako mirándolo de reojo desconfiando totalmente de sus movimientos- ¿porque eres tan amable con papi?

-Porque es mi amigo -alega el albino ignorando la mirada de ambas niñas.

Cupids (FushiIta) (SatoSugu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora