7. Heridas

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Pov Belén

Estaba asustada, Mimi se había metido en el baño hacía media hora y estaba con Raoul dentro y yo cagada, no sabía lo que iba a pasar cuando saliera del baño y no sé si estaba preparada para saberlo tampoco.

Cuando la vi salir del baño me hice pequeña, bajé la cabeza y me hice una bolita en la cama.

—Amor —me llamó haciendo que levantara la cabeza —Me voy a acercar ¿vale? —Yo asentí y ella me sonrió.

—¿Me voy? —dijo Raoul.

—No, quédate, yo no lo voy a poder explicar.

—Vale mi niña.

—No quiero verlo, quiero que me digas porque.

—Pues al principio fue porque me hacían bullying en el insti porque estaba gorda, entonces lo único que calmaba el dolor psicológico era el dolor físico. Luego lo dejé de hacer durante cuatro años, aunque las primeras no me las hice yo, me las hacía mi ex porque si hacía algo que él no veía bien me apagaba los cigarrillos en los muslos. Así que empecé a hacerlo yo también, hacía algo que no le gustaba corte en la pierna. Y bueno, fueron dos años bastante duros, y cuando lo dejé porque esté —dije señalando a Raoul —me dijo que lo dejara seguía haciéndolo a escondidas, era lo que se puede decir adicta al dolor. Y bueno cuándo lo dejé del todo vienes tú y-y-y —me quedé sin respiración.

—Belén, ¿vienes aquí como siempre? —dijo Mimi abriendo sus brazos y yo no tardé en poner la frente en su cuello y mi mano en su pecho —Yo cuido de ti —me dijo acariciándome el pelo.

Cuando me volví a tranquilizar me quedé en sus brazos, donde me sentía segura —Me rayas toda la mente, que en plan no es tu culpa, pero no sé que yo me rayo sin sentido

—Ósea ¿por mi?

—No por mi

—¿Qué?

—Pues que yo no estoy preparada para pasar por toda la mierda de rayarme con la gente que sé que me quiere.

—Tu lo has dicho te quiero y como te quiero vamos a dejarnos fluir, ¿vale?

—Vale —dije acariciando su espalda.

De repente nos sonó a los tres la tripa y nos entró la risa.

—¿Pizza? —preguntó Raoul.

—Jamón y queso —dije entre los brazos de Mimi.

—Barbacoa —dijo Mimi sonriendo.

—Pero que no pique, que no lo soporto.

—Yo tampoco, bueno si, pero luego me pongo mala —dijo Mimi que me estaba haciendo cosquillas en el brazo.

—Vamos al sofá —dije dándole la mano a Mimi y la llevé al salón.

—Oye que tienes un mejor amigo maravilloso que te quiere un montón. Por si te acuerdas eh —dijo Raoul.

—Perdón, ven —dije cogiendo su mano.

—Adoro que resuelva las cosas como una niña peque —dijo Mimi sentándose en el sofá cogiéndome de la cintura, para que me sentara cerca suya.

—Ay, te odio —dije tirándola al sofá para que acabase tumbada y yo pudiese tumbarme encima suya.

—¿Pero en serio os parece normal esto? —dijo Raoul al vernos abrazadas.

—Voy a darle mimitos ahora vuelvo —dije dándole un beso en la comisura del labio a Mimi.

Me senté en las piernas de Raoul y me acurruqué sobre él mientras Mimi pedía las pizzas.

—¿Sigues con sueño? —Me preguntó Raoul viendo como cerraba los ojos.

—Es que es acumulación y que ya estoy tranquila y es cansancio.

—Luego te vienes a mi casa y nos vemos una peli en el sofá —dijo Mimi dejando el móvil en la mesa —Viene en veinte minutos.

—Guay —dije todavía abrazada a Raoul —Si te la raptas me traigo a Ago.

—Tanto folleteo es malo —dijo Mimi cogiendo mi mano —Devuélveme a mi chica.

—Es mi chica primero, la conocí antes —dijo Raoul agarrándome más.

—Pero ha dormido conmigo.

—Por eso me toca a mi.

Yo empecé a llorar, pero no era tristeza, era de emoción porque nunca antes se había peleado por mi y me sentía querida, hacía mucho tiempo que no me sentía así.

—Mi amor —dijo Mimi que fue la primera en darse cuenta —¿Qué pasa?

—Que os quiero mucho —dije abrazándome más fuerte a Raoul.

—Ay madre, dime que no ha sido porque te sientes querida —yo asentí y la abracé a ella —Ven anda —me dijo abriendo sus brazos me colgué a su cuello y me llevo al sofá grande y Raoul se levantó para poder acariciarme la espalda.

—Odio que llores por estas cosas con lo bonita que eres —me dijo Raoul.

—Raoul tiene razón, eres muy bonita por dentro y por fuera —dijo Mimi mirándome a los ojos.

Y es que la postura en la que estábamos era muy mal interpretable. Yo estaba sentada a horcajadas suya y ella tenía las manos a dos centímetros de mi culo. Y mi cara pues a medio milímetro de la suya.

Justo sonó el portero y Raoul se levantó a abrir y cuando Mimi vio que no volvía se acercó más si era posible.

—No sé si tú pero yo no aguanto las ganas de besarte —dijo acariciándome la mejilla.

—Pues fluiremos ¿no? —dije moviendo ligeramente la pelvis y un ligero cosquilleo en la zona baja de mi vientre me acarició, otra sensación que estaba descubriendo con Mimi.

—¿Me vas a hacer besarte? —Yo asentí y ella terminó de acotar el espacio entre nosotras.

Y ese beso resolvió el puzzle que llevaba años sin poder realizar, da igual como, ella siempre conseguía cuidarme. Bajó sus manos y me apretó el culo y yo me separé de sus labios metiéndome en su cuello.

—¿Qué tal? —preguntó Raoul con las pizzas en la mano.

Yo levanté el pulgar con gesto afirmativo, mientras que con la otra mano le acariciaba la nuca a Mimi.

—Mimi, te he dicho que no le puedes comer la lengua a la gente que está feo —dijo Raoul riéndose de mi.

—Que vergüenza —dije en un susurro.

—Ahora te entra la vergüenza y no cuando te has movido provocativamente no te jode —dijo antes de empezar a darme besos en el pelo.

—Es que se vuelve bebé —dijo Raoul antes de ir a por unas tijeras.

Ya no voy solita |Belén Aguilera y Lola IndigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora