12. Volver a verte

133 3 0
                                    

Cuando abrí la puerta Raoul me abrazó —Relaja —dijo al notarme tensa.

—¿Raoul, a quién has invitado o porque estás abrazando al señor de Amazon? —preguntó Mimi.

—Bueno, no sé si te va a hacer mucha gracia o no, pero —se separó de mí y yo bajé la cabeza.

—¿Belén? —dijo acercándose a mi con cuidado —Levanta la carita —dijo acariciándome la cara y todos los recuerdos bonitos de las dos volvieron a mi mente.

Todas las caricias con cariño después de las largas noches de pasión, todos los besos, todas las pelis en el sofá, todos esos días sin sábanas en la cama porque siempre acababan en el suelo. Esas risas contagiosas que se convirtieron en mi canción favorita... Podría seguir, pero con todos esos recuerdos vino también un mar de lágrimas.

—Amor, no llores —dijo secándome las lágrimas.

—No me llames amor —le dije antes de abrazarme a Raoul.

—¿Belén, has venido para llorar o para hablar con ella?

—Hablar —dije secándome las lágrimas.

—No la hables así —dijo Mimi acariciando mi pelo, necesitaba su contacto, necesitaba abrazarla así que lo hice —Llora mi amor, llora —dijo llevándome hasta el sofá. Cuando nos sentamos me sonrió con cariño y yo paré de llorar después de un tiempo.

—Hola —dije sonriendo acariciando su cara.

—Hola, ¿cómo estás?

—Bueno mal, pero mejor que hace ocho meses.

—Ya mi amor. ¿Me perdonas?

—Nunca, pero nunca te he echado la culpa por lo que pasó, así que no tengo nada que perdonarte.

—Belén, te hice daño y eso no me lo perdono.

—Pues yo si, así que vete perdonando.

—Te he echado de menos —dijo abrazándome y me quedé entre sus brazos hasta que vino Raoul.

—¿Ya os habéis vuelto a casar?

—Está tiene novio así que se me complica —dije riéndome.

—Bueno es más follar que sentimientos, ósea que está para mi y tal, pero es más follar con compromiso que ser pareja.

—No te entiendo, pero bueno se te ve feliz.

—Eso es porque estás tú.

—Te quiero —dije tirándome a sus brazos tirándola al sofá conmigo encima.

—Amor, estás más delgada, ¿has estado comiendo bien? —me preguntó acariciándome el pelo.

—No quiero hablar de eso.

—Vale amor, pero inténtalo ¿vale? —dijo quitándome el pelo de la cara para poderme ver —¿Me explicas como puedes ser tan guapa?

—Pues siéndolo —dije sonriendo.

—Y con esa sonrisa más —dijo tocándome el hoyuelo que me salía cuando sonreía.

—Mimi tienes novio —dije al ver que se acercaba a mi boca.

Ella se separó y se mordió el labio y yo le quité el labio con cuidado de entre sus dientes.

—¿En que momento tienes tú el autocontrol? —preguntó dándome besos en la mejilla.

—Desde siempre, tú fuiste la que se corrió primero en lo nuestro.

—Pero fue porque no sabía si querías, que luego me aguantaba yo las ganas.

—Pero si faltaban paredes para empotrarme pedazo de mentirosa.

—Pero me provocabas tu.

—Que estaba mirándote en el Desalia y me arrastraste al baño colega —dije picada.

—Se pica —dijo y yo me escondí en su cuello —Ahora me empiezas a besar el cuello y nos acostamos ¿no?

—Miriam Doblas —dije sentándome normal enfadada, me estaba enfadando de verdad porque me recordaba constantemente que no podíamos hacer nada.

—Perdón —dijo acariciando mi espalda.

—No, Mimi, no, me estás haciendo daño, joder, sé que lo haces sin querer pero me duele ¿vale?

—¿Qué he hecho? —dijo preocupada.

—Hablar de cosas que no podemos hacer, porque tú estás con otro, que encima es un drogadicto porreta que se cree cantante y no sé sabe ni la escala diatónica —dije cabreada.

—¿Algún insulto más para mi novio o te has quedado a gusto?

—No hombre, pobrecito, que ya tiene suficiente con que a su novia le guste otra.

—¿En serio? Ósea que todo este rollo es porque te sigo gustando.

—No, el problema no es que tú me gustes, le gustas a todos, el problema es que yo te gusto a ti.

—Me atraes, como me has atraído siempre, porque si no no hubiésemos follado, pero no me gustas en plan perder el control ni estoy enamorada de ti.

—Vale, te voy a besar —dije mirándola a los ojos viendo como los abría. Me acerqué a ella y la besé y ella me siguió el beso tirándome para atrás. Yo la separé, pero ella me tenía acorralada —La del autocontrol —dije haciendo que ella se levantara de inmediato.

—Cállate —dijo dándome en el hombro y yo me reí —Ya estás feliz —yo sonreí asintiendo y ella me miró antes de morderme el hombro —Perdón demasiadas emociones— me dijo con cariño.

—Eres un bebé —dije tocándole la nariz.

—Buah, es que estás aquí —dijo tocándome la mano.

—A ver amor que lo dejamos, no me morí ni me fue a la otra punta del mundo.

—Ya, pero que yo le preguntaba a Raoul por ti porque no te podía ver, que no me querías ver.

—Mi Mimi —dije apoyándome en su hombro.

—Pues tú Mimi se tiene que ir —me dijo levantándose —voy a llamar a Raoul. ¡Raoul me voy!

—Espera que voy.

—Chao —dijo abrazando a Raoul.

—Adiós rubia —dijo antes de volver a su habitación.

Yo la acompañé hasta la puerta y la di un abrazo.

—Hablamos para quedar y tal ¿vale?

—Vale —dije asintiendo.

—Chao preciosa.

—Adiós reina.

Cuando salió cerré la puerta y me apoyé en ella y Raoul salió de su habitación.

—¿Qué tal?

—¿Si te digo que me he vuelto a enamorar?

—¿Si te digo que nunca has dejado de estarlo?

—Ya —dije en voz baja.

—¿Te quedas? —me preguntó y yo asentí contenta.

Ya no voy solita |Belén Aguilera y Lola IndigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora