— ¡Arriba! Eleonor, las rodillas. — grita Nicki desde el centro de la pista.
Tengo a Eleonor sobre mi hombro y está colocándose para conseguir hacer a la perfección una postura que llevamos dos semanas practicando ya que no le sale del todo bien. Las rodillas le fallan al no estar completamente estirada, como acostumbran a estar, y hoy no es su mejor día.
En la universidad tuvo un examen que llevaba preparándolo durante semanas y al ver la hoja se quedó en blanco y no escribió nada más que su nombre y apellidos. Eso la tiene de un humor de perros que no hay quien se lo quite.
— ¡Las malditas rodillas! — Nicki se exaspera.
Mi novia siempre ha tenido dificultades con las rodillas, le cuesta demasiado estirarlas y siempre eso le ha perjudicado en su deporte que tiene que ser tan perfecto, delicado, elegante y perfecto.
— Joder. — la escucho susurrar con frustración llenando su voz.
Es demasiado autoexigente consigo misma y lo pasa realmente mal cuando no le salen las cosas perfectas. Yo siempre le digo que por muy deportista que sea sigue siendo una humana que comete errores, tiene derecho a cometerlos. Ella asiente con su cabeza y me dice que lo sabe, pero sigue igual.
— ¿Quieres que te baje? — le pregunto.
— No. Esto me tiene que salir perfecto, Jaxon.
Y ahí está otra vez. Suspiro sabiendo que no puedo hacer nada más que apoyarla y seguir sujetándola hasta que Nicki se canse y nos diga de hacer otra cosa.
Pues Nicki no se cansó, estuvimos todo el entrenamiento practicando esa postura y Nicki se dedicó a gritarle a Eleonor, cosa que hizo que mi mal humor saliera a la luz y se detecte por cada poro de mi piel.
— Adiós, Nicki. Y siento no haber conseguido estirar las rodillas. — mi novia se despide de su entrenadora.
— Adiós, Eleonor. Adiós, Baker.
Me despido con un ligero movimiento con mi mano, sitúo la misma en la cintura de Eleonor llevándola hasta el aparcamiento ya que va sumida por completo en sus pensamientos.
— Sube al coche, princesa. — le abro la puerta y la saco de sus pensamientos.
Me sonríe ligeramente y besa mis labios antes de subir al asiento del copiloto de mi coche.
Llegamos al edificio donde vivimos y caminamos en silencio hasta el ascensor. El trayecto del mismo lo pasamos en completo silencio también. Eleonor mira el suelo sin mirar nada más, yo la miro a ella y intento descifrar qué piensa exactamente. Sé que le ocurre algo, pero no sé lo que es exactamente.
— ¿Qué te apetece cenar? — le pregunto cuando entramos al piso.
— Mhm... no tengo hambre, cariño. Pero gracias, cena tú.
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Sobre el hielo [+18]
RomanceBaker, así le llaman, por su apellido. Jaxon Baker Keller es el mejor jugador de hockey del momento. Un pelinegro con aires de superioridad, intimidante, frío como el mismo hielo en el que entrena cada día. Eleonor Ellis Moran, o Ele para sus amig...