Capítulo 25.

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En ese momento ambos animales sabían que sus caminos se separarían para siempre, la loba estaba perdiendo demasiada sangre y su pelaje ahora era más carmesí que níveo.

El rubio salió corriendo de aquella cabaña. Sus ojos apagados, llenos de tristeza, perdían una estrella por cada lágrima que derramaba, estaba perdiendo a su madre, se quedaría solo.

SeokJin al ver la presencia que salía huyendo, se quedó quieto, sus ojos se llenaron de lágrimas y su corazón dolió. Verlo en ese estado fue algo que jamás pensó ver.

¿Mi pequeño Kookie? — Apretó sus puños en rabia. — Llegamos tarde...

No te quedes aquí parado y corre tras nuestro niño. — Habló su lobo. — No vayas a gritar, solo corre tras él, si lo llamas en voz alta nos escuchara Kai. — Aconsejó.

El rubio se había alejado unos metros de la cabaña, sus lágrimas le obstaculizaban la visión. Cuando sintió que alguien lo perseguía, apresuró sus pasos, apretó sus ojos y después los abrió para correr tan rápido como pudiese.

No me dejaré atrapar de ti, Kai. — Sentenció sin atreverse a mirar a sus espaldas.

No lo voy a alcanzar. — Expresó Jin al ver como JungKook se desaparecía de su vista.

Solo corre. — Ordenó su lobo. — En algún momento lo alcanzaremos.

Las ramas y hojas secas crujían ante las aceleradas pisadas del rubio. Su corazón acelerado y triste; latía con demasiada fuerza. En ese momento no sabía que le dolía más, si sus brazos inyectados, sus piernas por correr, su cuerpo marcado y golpeado... O su corazón, ese corazón que le gritaba que inminentemente perdería a su madre. Porque sí, el omega sentía que la vida de sus madre se desvanecía con cada paso que él daba para alejarse del lugar.

Sus pulmones ardían por el esfuerzo, estaba ahogado, le era un poco difícil respirar adecuadamente.

Tropezó y cayó al piso, se ensució con tierra y hojas. Gritó por el dolor en su corazón, se quería rendir, si perdía a su madre, ya no quería vivir.

No doy más, mejor espero a que Kai venga y me mate, lo provocaré para que me mate.

La luz de la luna iluminó su camino, y la niebla que hace unos minutos había cubierto el sendero, desapareció.

Levántate... — Una figura grande e imponente era enfocada por la luz lunar. — No te rindas, sigue corriendo, sígueme, te llevaré con tu...

¿Quién eres? ¿Qué eres? — Inquirió al ver con claridad al lobo de pelaje grisáceo.

Mi pequeño, tu madre me pidió que te ayudara, y aquí estoy...

¿Mi madre?

Cachorro, levántate, sigue corriendo, tienes que llegar hasta donde tu...

¿E-eres mi padre? — Los ojos de lobo brillaron en un rojo carmesí. — ¡Papá! Ve a ayudar a madre, ella, ella... — El lobo negó en un aullido. — ¿Por qué no la vas a ayudar?

Porque su destino ya está escrito.

¡Me niego a perderla!

Cachorro, no la perderás, ella estará contigo...

𝑴𝒊 𝑨𝒓𝒐𝒎𝒂 𝒆𝒔 𝑻𝒖 𝑫𝒆𝒔𝒕𝒊𝒏𝒐 ||𝐓𝐚𝐞𝐊𝐨𝐨𝐤||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora