Felix es el heredero de una princesa gitana y un príncipe en cuya isla creen en los ángeles caídos. Un día la desgracia ataca su hogar obligándolo a escapar junto al único familiar que le queda vivo, es así como el infortunio no deja de perseguirlo...
Estaba conmocionado, alterado y hasta un poco afligido. Joy no lo había visto en más de dos décadas pero conocía el desespero y el anhelo cuando lo veía y su hijo estaba lleno de ello, comprendió entonces que no tenía batalla que dar. Hyunjin era enteramente de aquel hombre que llamaban sirena y estaba segura que sangraría, pelearía y moriría por su hombre.
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El rey había dado por concluida la conversación con el capitán sirena, le pondría en custodia en una de las habitaciones del primer piso siendo custodiado día y noche por guardias quienes le llevarían algo de comida y luego retirarían la bandeja.
Sin embargo la reina estaba mirando el panorama de manera más amplia y luego de que llevaran a Felix a su habitación celda pidió un momento a solas con él, el rey Niki en un principio se negó pero termino accediendo solo si dentro de la habitación su madre era acompañada por un guardia y una criada.
—Usted dirá su alteza, ¿Qué desea saber? —Felix era astuto y sabía que muchas de sus palabras y acciones habían llamado la atención de la reina y quizás usaría eso a su favor.
—Es usted un hombre lleno de misterios joven Lee. Desde declararse así mismo un príncipe, acusar al emperador y sobre todo la forma tan extraña en la que miro el cuadro del difunto Sam, puede que usted sea un pirata pero yo soy mujer y además llevo décadas en este juego de aparentar cosas que no son solo por el bien mayor, así que le pido sinceridad a cada pregunta que yo haga.
—Como podrá notar su alteza no estoy en posición de mentir, si oculto información me colgaran — desvió su mirada hacia el guardia en la puerta y la criada parada a su lado sin saber dónde mirar —si no es molestia... ¿podrían el caballero y la señorita sentarse mientras hablábamos? — Apuntó a los empleados —en lo personal me molesta que la gente sea trataba como muebles o adornos y no dudo que ambos tengas mil cosas más importantes que hacer que quedarse atentos en una conversación ajena.
—No tiene miedo de expresar lo que siente y quiere sin importar a quien tenga en frente ¿no? —Cuestiono la reina mientras Felix asintió —podría sonarle ridículo pero eso es era un rasgo muy propio de la difunta princesa gitana. Irene era hermosa, pero cuando se ameritaba era terriblemente seria y por sobre todo justa, odiaba las injusticias y los malos tratos, si usted en verdad es su hijo créeme que heredero aquella lengua filosa por parte de ella.
—Es lamentable que no pueda recordar nada de mis padres, pero también es un halago saber que tengo parecido con ellos en boca de personas que los conocieron bien — sonrió mientras la reina les indicaba al guarda y la criada que podían sentarse alrededor de la mesa que tenía para beber el té mientras ella llevo a Felix junto a la ventana para adquirir más privacidad en la conversación —entonces mi reina, dígame que es lo que quiere saber.
