Cap. 6

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Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara a la cabecera;
una constelación; la que te guste;
todas son buenas; bájala un poquito.

Déjame sola: oyes romper los brotes…
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases

para que olvidea… Gracias. Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido…

∘₊✧──────✧₊∘

Despierto lentamente de un sueño profundo, donde yo estaba frente a un ataúd, mis padres llorando y mis hermanos también, mi amigo Shikamaru estaba sentado en una silla con la cara abajo, intentando esconder las lágrimas. Me acercaba lentamente al ataúd abierto color negro de madera. Por el cristal del ataúd vi a a una persona, de cabello rubio y tez morena. Lo extraño es que no tenía rostro, pero sabia que esa persona era yo.
...

Durante los días siguientes estuve en cama, y cuando dormía el mismo sueño una y otra vez. Mi habitación era tan fría que calaba los huesos, mi piel estaba helada y mis pies fríos. Cada mañana al despertar lo primero que veía eran mis brazos vendados y lo solo que estaba mi habitación. Mis cosas desornadas y la ropa por dondé quier. Era tan deprimente esta visita.

Llegó el día en que me recuperé, mis vendas fueron retiradas y los puntos también, tardaría algunos días o talvez semanas en cicatrizar. El doctor le pidió a mis padres mucho cuidado a mi salud, y alejarme de cualquier objeto con filo. Ese mismo día que me dijieron que ya estaba recuperado al llegar a casa me pidieron mis padres sentarme en el sofá y dejar mi teléfono al lado, yo se lo que me espera.

—¿En qué putas pensabas cuando hiciste esa chingadera de matarte? Acaso estas mal de la cabeza ¿o qué? —Mantuve mi rostro abajo, sin decir una sola palabra.

—Lo que hay que hacer es quitarle el teléfono, de seguro ahí ve todas esas estupideces, y ese amigo Shikamaru, son iguales los dos —Tenía tantas ganas de decirle que Shikamaru no es como yo— No sé lo que le pasan a los jóvenes hoy en día, todos tienen mierda en la cabeza. Cuando yo tenía tu edad no hacia la estupidez que haces tú, ¿sabes que hacia yo? Trabajaba para mantenerme a mí, y a tus tios —dice papá.

Odio cuando me repite que él a mi edad esto, el otro. Siempre es lo mismo. Después de quitarme mi teléfono y castigarme, voy a mi habitación. Aunque para mi esto no es un castigo, estoy acostumbrado a lo mismo. Busco en los cajones, entre mi ropa, las navajas estaban ahí. Veo mi brazo izquierdo, la cortada que posa desde el flexor del dedo medio hasta la parte del pronador del brazo. ¿Cuántas veces he intentado matarme y nunca he podido...?

En la escuela al regresar todos me preguntas que sucedió, al final los maestros les explican a los alumnos mi "intento de suicidio". Como si yo les hubiera dado la autorización de: «díganle a todo el mundo que me quise matar».

—Naruto, ¿estás bien? —me pregunta Shikamaru durante el receso.

—Si preguntas por el echo de que me quise matar, pues sí, estoy bien —le contestó.

—Naruto... Tú y yo sabemos que no es así, lo de Ne... —No terminó la frase cuando yo le tape la boca.

—Sabes que no digo su nombre, y no quiero que lo digas.

—Es cierto, lo lamento. —Niego con la cabeza intentando decir «no te preocupes». En eso unos niños se nos acercan y se me quedan viendo hasta que dicen:

—¡Naruto! —Dicen y comienzan a reírse—. Vaya que te quisiste matar eh. Lo de Neji te dejo muy afectado al parecer, mmm ¿Que diría si él estuviera aquí? —comienzan a negar con la cabeza—. Bastante mal ahí. —Comienzan a reírse nuevamente, y se van.

Me dan ganas de levantarme y de tirarles el agua encima, estoy cansado de lo mismo una y otra vez.

—No les hagas caso a esos niños, tienen un tornillo safado —dice Shikamaru.

Ha pesar de todo lo que ha pasado, sigo aquí y es lo que más me sorprende, ha pasado un año y tres meses desde que lo que más amaba, murió.

Esta vez no hay manera de que alguien me salve, subo un edificio y voy hasta la azotea. Me acerco a la orilla, y veo la altura que hay. Siento la brisa fresca del aire que me pega al rostro. Una buena forma de morir a decir verdad.

Doy pasos al frente, esta vez es el final, nadie se opondrá y no podré sobrevivir. Neji... Al final volveremos a estar juntos.

Cierro mis ojos y me balanceo hacia al frente, siento como voy a caer, cuando siento que soy detenido del brazo. Abro mis ojos de repente, y caigo. Soy detenido de ambas manos, y veo rostro de la persona que me detuvo, al verlo frunso el ceño. Que maldito és.

Suicidio (Itanaru) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora