No somos, ni seremos

13 1 0
                                    

Yo sabía que este amor moriría solo en la orilla,
Como prueba de un cruel y despiadado naufragio.
Yo sabía que para ti no sería más,
Que otro triste trofeo en tu vacío y maníaco, anaquel de reliquias.

Tú sonrisa no le pertenece a nadie,
Se la entregas a cualquiera que te parezca adorable,
Y tus besos, más que cuños de amor,
Parecían las manecillas de un reloj que nunca se detiene a pensar,
Lo cruel y veloz que corre el tiempo, para jamás regresar.

Más yo era y sigo siendo,
Una pequeña soñadora, de esas que quedan pocas,
Y no soñaba con recibir besos permanentes de otras bocas,
No los quería,
Yo pensaba que era de la tuya que los recibiría.

Lo sé...
A veces somos estúpidos,
A veces yo soy estúpida,
Me dejo engañar por una mirada que me atrapa,
Termino creyendo en unos sentimientos que no son más que palabras adornadas,
Porque a la hora de la verdad, se quedan en nada,
Yo soy de esas tontas que piensas que el amor se manifiesta,
En una sonrisa compartida.

Yo sabía todo de ti...
Me habían advertido que jugabas con el arco de Cupido,
Que eres el lobo de los cuentos,
Y yo creyéndome Caperucita ignoraba las señales,
Me lancé a asumir el riesgo de creer en tus caricias desleales,
Me arriesgue a pensar que tú piel de lobo sería un disfraz,
Que tu piel de lobo era una mentira que usabas para cuidarte,
Pero nunca lo fue, y no me engañaste con mentiras,
Siempre me engañaste con la verdad.

Y tú...
Tú no conocías nada de mi,
Yo soy una simple chica que romántisa todo,
Que se oculta en medio del lodo, por miedo a brillar como debe,
Por miedo a lastimar a otros con su bondad.

No sabias nada,
Que para mí un beso es más que dos labios juntándose,
Para mi un beso es una prueba de amor que se escribe sobre la piel,
Porque a veces sobran los de tinta y  papel,
Como aquellos que me entregaste durante mucho tiempo.

Y ahora no puedo culparte por el desorden que viniste a hacer,
Porque fui yo la que te abrió las puertas del corazón,
Sin saber que soplarias y soplarias, hasta derrumbar mi humilde hogar.

No debía hacerme ilusiones,
Ni escribirte poemas ni canciones,
Porque a ti el cariño te duraba lo mismo que un cambio de estaciones,
Al brotar las rosas eras un príncipe azul,
Pero al caer el último pelo ya no estabas, te habías cansado de amar,
Buscabas otro jardín para destrozar.

Lo sabía...
Y lo sigo sabiendo, que eres tú el villano de una historia que nunca debí comenzar,
Que para ti no soy nada,
Que no somos ni seremos,
¡Que nunca habrá un nosotros!.

Pero aún así...
Sigo sintiendo mariposas en el estómago,
Con solo escuchar tu nombre.

Entre Luces y SombrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora