capitulo XXII

1K 32 1
                                    

Después de ducharme bajo en busca de lisbeth que y ahora la veo ensayando su puntería con las armas.

Leonardo: Esa no es la postura.

Lisbeth: estoy tratando de concentrarme porque soy muy mala para la punteria. Y que esperas la puntería es mi enemigo.

Leonardo: tiene que aprender porque nunca sabemos que pueda pasar. Le digo mientras me acerco para ayudarle un poco.

Lisbeth: yo lo sé, pero lo estoy intentando y no me sale.

Leonardo: es cuestión de más práctica no te preocupes. La sostengo de la cintura y con la otra mano le indico dónde deben disparar. Hazlo con esta posición.

Lisbeth: de acuerdo. Disparo y  pega un poquito cerca.

Leonardo: nada mal inténtalo de nuevo.

Y así estuvimos por varias horas intentando que lisbeth tuviera una buena puntería. Ahora estamos cenando con las quejas de lisbeth por lo adolorida que si siente de haber hecho según tanto ejercicio.

Lisbeth: me puede todo el cuerpo, leo me duelen las piernas no puedo caminar.

Leonardo: te duele porque no estás acostumbrada además habías dejado de entrenar, no te preocupes eso pasara. Vamos a la habitación.

Lisbeth: ni lo piense no voy hacer nada contigo.

Leonardo: claro que no vamos hacer nada solo por hoy me compadezco de tu dolor no te preocupes.

Lisbeth: idiota.

Subimos a la habitación con los quejidos de lisbeth y por los que veo van a parar  porque desde que se baño no ha dejado de quejarse.

LA MUJER DEL MAFIOSODonde viven las historias. Descúbrelo ahora