CAPÍTULO 22

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Cassian

Una fuerte punzada me revolotea la cabeza mandando un millón de electricidad por todo mi sistema. Joder. El cuerpo lo siento cansado y mi mente me juega una mala pasada mostrándome imágenes borrosas las cuales no logro diferenciar.

¿Qué mierda hice ayer por la noche?

Un exquisito olor a fresas, unas manos suaves y el sabor de unos labios que saben a perdición aparecen como recuerdos fugaces volviéndome más idiota. Mierda, ¿Quién era esa mujer?. Vagos recuerdos vuelven aparecer haciendo que me martille la cabeza tratando de ver su rostro. En todos estos putos años de vida nunca había sentido algo tan fuerte eh insano por alguien. Aparte de la castaña de ojos marrones que me tiene odiándola todo el día, esta mujer es diferente. Ni en los momentos más jodidos Johnson se atrevería a darme un beso por voluntad propia.

Esta mujer fue directa, atrevida y seductora. ¿Quién carajos es esa mujer?

-A levantarse señorito Müller.

La voz cantaría se cuela en toda la habitación seguida de una luz brillante la cual cae sobre mi rostro.

-Joder nana, las cortinas - exclamo de forma arisca tapándome la cara. - Y sabes que tienes prohibido llamarme así.

El bufido que suelta me dice que le importa una mierda mis reglas. Todo malhumorado me siento sobre la cama abriendo de poco en poco los ojos observando a la mujer mayor salir del cuarto de baño.

-Y sabe que eso no me importa. Así que levántese - se va hacia la esquina del mini bar recogiendo los vasos sucios de bebida mostrándome una mirada de molestia - Me sorprende lo mucho que a bebido anoche. No lo hacia desde....

-Si lose - la detengo antes de que me recuerde esos momentos - ¿Quién llevo a mis hermanos al colegio?

Salgo de la cama pasándome una mano por el cabello caminando hasta el cuarto de baño cuando escucho su risa detrás. Al girar la encuentro observándome divertida negando repetidas veces.

-Si que ha bebido demasiado. - La miro sin entender hasta que habla - Estamos sábado joven gruñón. Gracias a dios que Luther lo trajo ayer, no quiero imaginar lo que hubiera echo en ese estado.

Chasqueo la lengua al entender y pensando un poco más, la idea de preguntarle al idiota metiche de donde me trajo hace que me apure en bañarme. Al salir de la ducha noto que la mujer mayor sigue en el cuarto acomodando algunas cosas.

-Se que ya le eh dicho lo mismo desde que decidió volver a la casa. Pero me alegra mucho tenerlos a los tres aquí. - la miro sin hacer algún movimiento, no soy mucho de sentimientos pero la señora Carmen fue una figura materna para mis hermanos desde la muerte de mi madre. Le debo respeto y lealtad.

-No se preocupe.

-Me alegra poder convivir con los pequeños. Desde que sus tíos tuvieron su custodia me prohibieron poder verlos.

Alzo una ceja curioso por ese nuevo dato. ¿Qué más guarda el imbécil de los Williams?

-No tenía conocimiento sobre eso.

-Era entendiendo mi niño. Usted desapareció hace 5 años.

Me mira como una madre preocupada mira a su hijo, una sensación de incomodidad hace que me gire directo al ropero sacando una camisa blanca. El agua gotea por mi cabello bajando por mi pecho llegando hasta el borde de la toalla.

-Dile a Luther que lo espero en mi despacho - sentenció firme - ¿A que hora se levantan mis hermanos?

-Normalmente se levantan a las 6 para ir a la escuela. Pero los fines de semana lo hacen a las 9.

Obsesiones que Hieren (Libro I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora