Edrick
A grandes zancadas entro al despacho del imbecil que decidió irse sin atender sus labores. Su secretaria entra toda alterada al ver como rebusco en los cajones desordenado todo a mi paso buscando unos papeles super importantes que me pido que tuviera en la llamada que tuvimos esta mañana.
A veces me dan ganar de lanzarle unos buenos golpes para que se le quite lo imbécil y estúpido.
—Señor Becker, no puede entrar así y destruir el lugar.
Chilla toda alterada caminando de un lado a otro, no le tomo importancia rodando los ojos por su comportamiento infantil. Hasta que los encuentro y salgo sin decir una palabra. El día de hoy no ah sido para nada bueno.
En las calles siempre rondan los bastardos queriendo atacar a nuestra organización. Hace algunas horas hubo una explosión en uno de nuestros depósitos donde perdimos una numerosa cantidad de droga.
El Alemán al enterarse exploto en furia y yo como pendejo tuve que soportar sus gritos y frases llenas de sádismo. A veces llego a creer que soy ese gato chino que solo se queda quieto moviendo la mano de un lado al otro soportando sus gritos coléricos que me causan dolores de cabeza.
Sin contar que ahora tendremos que pedir una nueva carga de droga al ruso tempano de hielo. Con solo pensarlo me echo a reír. Müller no es de estar pidiendo favores pero al ver la situación no queda de otra.
Bajo de mi auto entrando a mi bufete saludando a los trabajadores que me observan al pasar. Mostrando una sonrisa abortó el ascensor marcando el último piso del edificio.
Al llegar paso por el lado de mi secretaria la cual me lanza una mirada provocadora. Niego deteniéndome en la puerta.
—Que nadie me moleste, estaré ocupado toda la tarde. Si es necesario reagenda las citas para mañana.
—Okey señor, Becker.
Asiente y entro de largo. Dejo el portafolio en la mesa y volteo yendo hasta un cuadro el cual esta colgado en la pared. Al llegar lo inclino un poco y puedo observar mi caja fuerte. Es normal que personas como nosotros tengamos este tipo de lugares secretos.
Marco la contraseña y al abrir pongo los documentos sin leer nada. El idiota dejo muy en claro que estos papeles eran confidenciales.
Cierro el lugar y me devuelvo a mi sillón. Me sobo el puente de la nariz y empiezo a leer uno a uno los casos que tengo regados en todo el escritorio. Al ser el bufete más gente y reconocido de Alemania la gente siempre pide nuestra ayuda. Y no me quejo, además de matar y torturar me encanta ayudar a personas que lo necesitan.
Pasada una hora dejo los papeles sobre la mesa y me sirve un trago de licor sintiendo como quema toda mi garganta cuando pasa por esta.
Me relajo un poco pero no lo suficiente para estar mejor. Pongo los codos sobre la fina manera poniendo mi cabeza para abajo cerrando los ojos por un breve momento hasta que escucho el sonido de la puerta abriéndose en segundos.
Joder. Le dije bien claro que no quería a nadie en estos momentos. Levanto la vista todo cabreado para lanzar una sarta de insultos hacia la persona que osa molestarme. Pero al dirigir mi vista al frente lo único que hago es quedarme callado admirando la vista que me da.
El porte que carga de una mujer segura de su misma, sin miedo ni límites. Una mujer muy madura para su edad y esa sonrisa que ilumina todo los espacios oscuros de mi corazón. Sintiendo el mismo pinchazo en el corazón desde la primera vez que la vi.
Quien iba a decir que me terminaría enamorando de la chiquilla que derramó una soda en mi traje cuando estaba de camino a una audiencia.
Desde el primer momento qie la vi lo único que pensaba era hazla tuya, ella es para ti, ella podrá domar a los demonios de tu interior. Y terminó siendo verdad, ella se quedó conmigo a pesar de lo que soy. Me acepto sin miedo ni reproches.
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Obsesiones que Hieren (Libro I)
RomansaCassian Müller siente lo ha obtenido todo, nunca a recibido un "NO" como respuesta, manejando toda Alemania a su antojo y destruyendo a quienes se interpongan en su camino sin importar quienes sean. Un hombre perverso, calculador, frío, teniendo a t...