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¡Dazai! —lloriqueó desesperado, apretando entre sus dedos la maraña de cabellos castaños que le hacía cosquillas en el estómago.

Dazai saco el miembro de su boca en una forma lenta y suave con un "pop" húmedo que se escuchó resonando en la silenciosa habitación. Era la segunda vez que lo llevaba hasta el límite en el que estaba apunto de correrse y obtener su orgasmo, pero Dazai se lo impedía cuando lo sentía crecer dentro de su boca. Se detenía para sacarlo y colocar su pulgar en la hendidura de la punta hasta verlo retorcerse de frustración.

—Por favor ¡Ah! N-no hagas eso, d-déjame... —sus ojos estaban llorosos, su pene palpitaba en las manos del suicida y solo podía pensar en lo mucho que necesitaba liberarse. —Déjame terminar.

Su orgullo estaba en el piso, lo sabía porque se lo confirmaba esa mirada egocéntrica y divertida que Dazai tenía tatuada en el rostro.

—¿Me estás rogando a mí? —emitió en un tono burlón que Chuuya despreció. —Dilo de nuevo, perchero, creo que no te entendí.

Lo detestaba. Luego de eso lo mataría y sepultaría su cadáver en el lugar más remoto de la tierra si no lo dejaba acabar de una buena vez.

—¡Te odio!

—No, no. —negó. —Me parece que confundes ese sentimiento, deberías leer un diccionario Chuuya, esa no es la palabra que buscas, yo creo que tanto ejercicio no refuerza tus conocimientos.

—¡Vete a la mierda, Dazai!

—Tan lindo~ —dijo en un canturreo sin perder el tiempo de llevar tres de sus dedos a su boca bajo la mirada del pelirrojo. —Te daré lo que quieras, Petit... Pero a mí manera.

El miembro volvió a entrar en su boca húmeda y caliente escuchado los sonidos de satisfacción que Nakahara emitía cada vez que salía y volvía a entrar con más velocidad. Se aferraba a los cabellos del suicida como su único soporte y la sensibilidad acumulada en su pene lo hacía ver estrellas una y otra vez.

Era demasiado.

Estaba apunto de explotar en éxtasis cuando sintió uno de los dedos húmedos de Dazai bajando más que antes. Por unos segundos su espalda se tenso al sentirlo acariciando aquella parte que nunca había tocado y que se sentía tan extraño. Abrió la boca buscando decir algo, pero simplemente no lo logró, el placer que Dazai le estaba dando era mucho mayor que su concentración en cualquier otra cosa, sin embargo, el castaño alzó la cabeza unos segundos mirándolo fijamente.

—Lo siento, lo siento, me deje llevar. —se disculpó rápido al ver esa mirada en Chuuya tan desconcertada. —Entiendo si no estás listo.

—Nunca dijimos que haríamos...

—Lo sé. —asintió y Chuuya lo penso unos pocos segundos. En realidad cuando investigo sobre el tema se imaginó que la situación sería diferente, pero ahora que Dazai estaba entre sus piernas y el placer en su cuerpo estaba desbordandose como una gran cascada, la idea no parecía para nada desagradable.

—Házlo. —ordenó notando la sorpresa en el suicida.

—¿Estás seguro?

—Cállate y continúa antes de que me arrepienta.

Dazai volvió a esa mirada lujuriosa y malévola que antes tenía en el rostro, inclinándose de nuevo entre las piernas de su compañero. —Lo haré muy lento, ¿De acuerdo? —murmuró dejando besos por sus muslos y pelvis como una suave caricia antes de volver a lo que estaba.

Chuuya lo miró lagrimeante, claro que entendía a lo que se refería. Había visto lo que sucedía durante el acto. Lo había investigado justamente antes de que Dazai lo descubriera el día anterior.

Internado || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora