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Cap largo 🫰🏻

...

Los últimos días en el internado fueron divertidos y suficientes para despedirse del lugar.

Cuando Chuuya pudo caminar lo suficiente como para salir a la ciudad, ambos pasaron el tiempo de allá para acá como típicos turistas y no como estudiantes haciendo cosas que no deberían.

Dazai había comprado una cámara, y en ella había cientos de fotografías donde Chuuya estaba feliz.

Algunas de ellas mostraban al pelirrojo comiendo pasteles deliciosos de un lugar al que habían ido, y otras eran del día en que visitaron un acuario en donde Nakahara ganó un peluche de delfín muy grande derribando algunos objetos con una pelota, pero la favorita del suicida era una fotografía que ahora llevaba en la funda de su celular; la cara de Chuuya al probar por primera vez un vino tinto que les costó todos los ahorros del año.

Ahora tenían sus maletas hechas y algunos chicos de las ovejas se habían pasado a despedir del ex capitán, disculpándose por la forma en que lo habían tratado la última vez. Chuuya los perdonó al instante, no tenía caso enojarse con ellos pues al final nunca podría dejar de considerarlos sus amigos, o al menos conocidos.

...

...

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Las heridas en su rostro se iban haciendo cada vez más pequeñas. Sus vacaciones pronto terminarían y volver al internado era su única opción, aunque había decidido que ese sería su último año.

No estaba dispuesto a permanecer más tiempo en ese lugar, las semanas que había estado fuera, fueron algo que de verdad necesitaba.

Por las noches escapaba y gastaba dinero hasta que llegaba el amanecer y era momento de regresar a casa por donde trepaba subiendo por los barrotes de las ventanas hasta llegar a su balcón y volver a esperar que la noche llegara para repetir el patrón, sin embargo, estaba harto.

Ese día había sido obligado a bajar y cenar en familia con sus padres. Frente a él habían servidos diversos platillos con comida navideña que solo le causaba repulsión, y su plato estaba vacío.

Todos los adultos en la mesa hablaban y hablaban, pero él mantenía su mirada en aquel adornado en medio de la mesa donde las frutas de plástico brillaban con la luz blanca sobre sus cabezas.

Todo el día había estado rondando por su mente una cosa que lo tenía inquieto. Las ovejas le habían informado que Chuuya y Dazai tomaron la decisión de irse del internado, y en pocos días era su partida.
Le parecía tonto, ¿Por qué irse? ¿Estaban mandando a la mierda el año de estudios en un internado prestigioso al que nunca más podrían volver acceder?

Bueno, no los culpaba, si pudiera también haría lo mismo, quizás era por eso que lo había estado pensando tanto en esas últimas horas...

—Niko, cariño, ¿No piensas cenar? —preguntó una de sus tías sentada al frente. Ella llevaba buena parte de la cena observándolo, juzgandolo y esperando el momento justo para preguntarle por los golpes en su cara.

—No tengo hambre.

—Déjalo, comerá en su habitación después. —interrumpió su madre en la conversación.

—Oh, bueno, y... ¿Y el internado qué tal? Pensaba en mandar a mis hijos ahí, suena que es interesante.

—Una mierda, solo eso puedo decir. —sus padres le dirigieron la mirada como si intentaran apuñalarlo.

—¡Nikola! —regañó ella.

Los invitados en la mesa se quedaron en silencio y el momento se volvió incómodo.

Internado || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora