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Una llamada entrante con el tono personalizado de Fukuzawa, hizo que Chuuya despertara asustado. Había olvidado cambiarlo desde hace meses, y cada vez que sonaba le provocaba un mini infarto por lo escandaloso que era, ya que Yukichi obligaba a todos los chicos en el orfanato a utilizarlo para que siempre pudieran escucharlo en caso de una emergencia.

Contestó sentándose en la cama con una mano frotando su ojo derecho. Al instante apareció un pequeño niño de cabellos blancos y hermosa sonrisa muy cerca de la camara.

—¡¿Eh?! —exclamó asustado. No había notado que en realidad era una videollamada y los ojos bicolor del niño lo miraban con un brillo destellante que nunca lo abandonaba.

—¡Hola, Chuuya! —saludó alegremente.

—¡¿Atsushi?! ¿Qué haces despierto? —interrogó. A esas horas en Yokohama debía ser muy tarde.

—Pues... Aku está mudiendo. —formuló el niño que aún tenía problemas al pronunciar la R.

—¡¿QUÉ ESTÁ QUÉ?! —el corazón de Chuuya se aceleró imaginando la peor de las situaciones. ¿Por qué Atsushi tenía un celular y no estaba durmiendo? ¿Qué le pasaba a Akutagawa? —¡Pásame al señor Mori!

—Okay.

La cámara fue tapada por las pequeñas manos del niño sosteniendo el celular, y los pequeños pasitos descalzos se escuchaban corriendo por algún pasillo hasta que de repente las voces de sus tutores aparecieron en la llamada y la imagen de Fukuzawa cargando en brazos al pequeño azabache adormilado fue lo primero que pudo ver.

—Atsushi, creí haberte dejado en cama. —regañó el hombre mayor de cabello blanco. —Hola, Chuuya, perdona que te molestara. Atsushi tomó mi celular.

—¡Señor Fukuzawa! ¿Qué le sucede a Akutagawa? —preguntó viendo como cargaba al niño recostado en su pecho con los ojitos entreabiertos. —Atsushi dijo que estaba muriendo.

—¿Qué? ¡No! No, claro que no. —negó con la cabeza. —Solo es un resfriado que contrajo está mañana. —indicó riéndose. —El pequeño Sushi solo está preocupado, no quiere irse a dormir porque cree que algo malo le sucederá a Ryu.

—Me alegro. —suspiró frotándose la cara con una sola mano. —Bueno, me alegro de que solo sea eso.

—Hm, de hecho hace unas horas llamamos al celular de Dazai, pero parecía que estaba apagado, ¿No está por ahí? Quizás podría hacer que Akutagawa... —en la llamada apareció la figura del castaño bostezando adormilado junto a Chuuya. —Oh, Buenos días Dazai.

—Hola señor. —saludó con otro bostezo. Su cabello revuelto se veía mucho más desordenado de lo normal. —¿Qué hace despierto? ¿No es muy tarde en Yokohama?

—Sí, lo es, pero... —Mori apareció más al fondo con una botella y una cuchara en sus manos, haciendo que el azabache le sacara la lengua tras un gruñido molesto. —Este niño no quiere los medicamentos y lleva todo el día con temperatura.

Akutagawa se tapaba la boca con ambas manos negándose a beber el líquido en la cuchara que el hombre mayor le ofrecía. —¡Dazai, dile al niño que si no bebe la medicina lo mandaré a dormir con los perros! —Mori estaba exhausto y molesto, ambos adultos habían intentado de todo, pero nada funcionaba.

—Pásamelo. —pidió tomando el celular ahora en sus manos.

—¡Dazai! —sonrió radiante mostrando su dientito faltante en el medio.

—Escucha bien Akutagawa, debes tomar los medicamentos para que puedas sentirte mejor. —el niño asintió escuchando atentamente. —Si no lo haces, Atsushi llorará y tú seguirás enfermo.

Internado || SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora