One piece - El Viaje de un Rey ✔️

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Descargo de responsabilidad: No soy dueño de One Piece

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Capítulo 8

Dentro del Reino de Alabasta y en la capital, Alubarna, las concurridas calles bullían de gente. Hombres y mujeres llegaban de todo el país, corriendo al lugar tan rápido como podían cruzar el desierto una vez que habían oído la noticia.

Ahora se alineaban a ambos lados de las calles, desde la entrada de la ciudad hasta el palacio real. Las filas de guardias reales los separaban, dejando un camino largo y despejado que conducía directamente al palacio.

Pero, ¿por qué se reunía tanta gente? ¿Tanta que el propio rey tuvo que dar la orden a sus guardias de mantener la paz? Se debía a la repentina noticia que se propagó por todo el reino a una velocidad increíble.

Monkey D. Luffy, el Rey de los Piratas, acababa de llegar a Nanohana esa mañana.

El sol ni siquiera había recorrido la mitad del cielo cuando la gente se apresuró a llegar a la capital, ansiosa por ver al hombre que había puesto el mundo patas arriba. Era el hombre que había salvado a su país de la ruina a manos de Cocodrilo. Era su héroe nacional.

Así que la gente se precipitó a través del desierto en oleadas. Más rápido de lo que la mayoría sabía que el difícil terreno podría ser atravesado. Para cuando los Sombrero de Paja consiguieron transporte "oficial" a través del desierto hasta la capital, ya habían sido derrotados por miles de personas.

Ahora, por fin, han llegado. Luffy iba en cabeza y trece mujeres de impresionante belleza le seguían detrás. A su derecha, con su fuerte brazo rodeando su esbelta cintura, iba Nico Robin, su sexy y fría Primera Compañera, y la mujer que lo había empezado todo. A su izquierda, aferrada a su brazo como la recién casada que era, estaba Boa Hancock, la mujer más bella del mar.

"¡Luffy realmente vino! ¡El Rey Pirata está aquí!"

Luffy frunció el ceño cuando la multitud empezó a vitorear. Realmente odiaba este tipo de cosas. No debería ser aclamado como una especie de héroe. ¡Era un pirata! Esas muecas infantiles rondaban por su mente.

"¡Ese es Nico Robin a su lado!"

Robin sonrió suavemente a su lado. Era difícil saber si sonreía por diversión, por ver el mohín de Luffy o por algo más. Pero veía la situación tal y como era. La nueva tripulación de Luffy se encontraba de repente en el punto de mira de todos, aunque su simpático capitán aún no se había dado cuenta de lo que eso conllevaba.

"¡¿Y Boa Hancock?! ¡¿La Emperatriz Pirata está con el Rey Pirata?!"

La propia mujer ni siquiera escuchó las palabras de la multitud, se había distraído con Luffy. Estaba perdida en su propio mundo caminando a su lado, agarrada a su brazo, rodeada de una multitud bulliciosa. Era como un sueño. Como si estuviera caminando hacia el altar el día de su boda. Se sonrojó suavemente y se aferró a él en silencio.

"¡Cuántas mujeres hermosas!" Gritó la multitud, cuando por fin miraron detrás del hombre legendario.

Detrás de él marchaban otra docena de hermosas mujeres. Cada una de ellas tenía un cuerpo de reloj de arena que hacía babear a cualquier hombre, y unos rasgos impresionantes que las situaban en los primeros puestos de las mujeres más hermosas del mundo. Juntas, eran demasiado para cualquier hombre. Cualquier hombre, excepto uno. El hombre al que seguían.