One piece - El Viaje de un Rey ✔️

28 - Interludio

Con esta sombra... crearé... ¡el zombi definitivo! Kishishishi!" Moria reía mientras le corría algo de sangre por la cabeza mientras sostenía la sombra de Luffy en la mano. Mientras tanto, Luffy estaba dormido en el suelo.

"Ése sería el zombi definitivo...". murmuró Hogback asustado mientras miraba al chico abatido. "Si Perona no hubiera usado su fruta del diablo, probablemente habría ganado...". Añadió, recordando los muchos poderes de fruta del diablo que Luffy había utilizado, así como sus increíbles proezas físicas.

"¿Qué ha sido eso?" preguntó Moria enfadada.

"¡N-Nada, Moria-sama! Continuemos". Hogback dio un paso atrás, levantando las manos.

"Bien, entonces, continuemos. ¡Zombis! ¡Llevad a Mugiwara a su nave! Perona, sígueles y ayúdales en caso de que despierte", ordenó Moria mientras Perona se burlaba.

"¿Qué? ¿Por qué yo?" Perona dio un pisotón molesto en el suelo.

"¡Hazlo!" replicó Moria enfadada antes de caminar hacia el congelador, seguida por los demás.

"Maldita sea... Kumacy, ¿por qué no vas con ellos? No estoy de humor para callarte ahora mismo!" Perona le golpeó con su paraguas, obligándole a seguir a Moria y a los demás. Cuando se marcharon, cerrando la puerta tras ellos, dirigió su atención a los zombis que esperaban sus órdenes para transportar al pirata. "Id vosotros también. Puedo llevarlo yo misma", dijo mientras se miraban.

"Si ése es su deseo, Perona-sama", dijeron antes de marcharse, mientras Perona suspiraba aliviada. Miró alrededor de la habitación vacía para asegurarse de que no había nadie, dejó caer el paraguas y se acercó al niño dormido. Olfateó el aire varias veces.

"¿Por qué este chico... huele tan bien?". Se preguntó mientras una sonrisa digna de una ninfómana se dibujaba en su rostro. "Me pregunto qué aspecto tendrá... Sólo tengo curiosidad, ¡eso es todo! No es que sea atractivo ni nada de eso... Debería tener suerte de llamar la atención de una dulce princesa fantasma como yo". susurró Perona para sí mientras se relamía los labios. "No puedo creer que la primera vez que veo a uno esté siendo así", añadió. Ni siquiera podía explicar por qué estaba tan cachonda o excitada como para pensar que sólo el olor del chico era celestial, pero se negaba a admitir que le parecía atractivo o peor aún... mono.

"Mhmm", murmuró Luffy algo en sueños mientras Perona le agarraba los calzoncillos y se los bajaba al tiempo que abría los ojos al ver su virilidad.

Era grande y erecta, apuntando hacia arriba con toda su fuerza. Sin duda impresionó a la muchacha de pelo rosa, pues su longitud superaba fácilmente la de su propia cabeza.

"Q-Qué... Eso es... grande", tragó Perona mientras lo miraba de arriba abajo. "Genial... Ahora que lo he visto... Supongo que podré guardarla y llevarla de vuelta al barco", intentó convencerse mientras encogía los dedos de las botas, incapaz de apartar la mirada de la polla del chico.

Su cálido aliento bañó el pene de Luffy mientras lo rodeaba con la mano, acariciándolo con vacilación. No pensó en lo poco refinado que era para una princesa hacer algo así. Sobre todo porque ya no se concentraba en ser una princesa fantasma, sino sólo en la virilidad que tenía delante.

"Te gusta esto, ¿verdad? Deberías... alegrarte... de que una chica dulce como yo... te toque...". Murmuró, ruborizada. Volvió a mirar a su alrededor y aceleró su movimiento, haciendo que la polla del chico se crispara antes de acercar cada vez más su boca. Finalmente, acercó los labios y los apretó contra la punta de su carnoso pene.

Luffy siguió durmiendo como si nada mientras su cuerpo liberaba lentamente más y más feromonas a medida que Perona le plantaba varios besos por toda la polla. Cada vez que lo hacía, se decía a sí misma que no era una pervertida ni una zorra, sino una princesa que jugaba con un hombre humilde. Y cuanto más pensaba en ello, más se le ocurría la gran solución de mantenerlo como sirviente. Lo vestiría como un simpático muñeco animal y lo utilizaría como juguete sexual. Después de pasarle la lengua y los labios por toda la polla, se dio cuenta de que había llegado el momento de probar de verdad lo que le convertía en un hombre.