Capítulo 6.

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La llave giró en la cerradura produciendo un seco chasquido y, a continuación, la puerta se abrió de golpe.


Pikake apenas tuvo tiempo para asomarse para ver quién había llegado.

En el umbral, imponente, y de mal humor, estaba Aris.


La chica le miró de arriba a abajo. -Pues sí que te odia, sí sí.- rió volviendose a sentar en el sofá.


-¡Cállate!- le frunció el ceño.


Malú le hacía trabajar tanto y tan duro que no sabía cómo eso podía estar permitido. Y aún menos entendía por qué a veces le cargaba con más trabajo.


Se calló, pero no pudo aguantar la risa.


-Ven, sígueme, tengo una sorpresita para ti.- El chico sin mucho ánimo la siguió.


No tenía ganas de jueguitos, pero ella le obligaría igual, tuviese ganas o no.


Pasaron cerca de una puerta que daba al patio, pero no fueron al exterior, pasaron también cerca de otra que daba al enorme jardín lleno de rosas, pero ese tampoco era su destino. Subieron unas escalinatas, las mismas que daban a parar a la habitación de sus padres, aunque Aris nunca pisaba por allí.


Llegaron a la habitación de Pikake finalmente, Aris tenía miedo, a saber qué se encontraría allí dentro.


Según abrió una pequeña bola de pelo se puso a corretear alrededor de ellos.


No.

De ninguna de las maneras aquel Viernes mejoraría.

Tenía pinta de que iba a ser un día de mierda.


La chica se agachó acariciando al inquieto perro. -¡Tachan!- hizo a modo de sorpresa.


-Ya sabes que mamá es alergica a los chuchos.- le atravesó con una mirada acerada. -¿Qué vas a hacer?-

-Es para ti, idiota.-

-¿Estás loca o qué?-

Pikake levantó la cabeza con una sonrisa de oreja a oreja negando con la cabeza.

-Es para animar a Alana, y para que la enamores.-


El chico arqueó una ceja. -¿Enamorarla para qué?-

-Te gusta, ¿No te acuerdas?-

-Oh, mierda, se me había olvidado que te lo dije.- su tono de voz manifestó todo su desaliento





//Hace dos semanas...//


Aris se disponía a entrar y esperar un poco para darle la noticia a Pikake, pero ella ya le estaba esperando según salió de casa en el portal.


-¡Al fin!-festejó. Aunque no por largo tiempo. Todo cambió cuando vio la seriedad que desprendía su hermano.


Entre ellos las miradas hablaban y sobrabran las palabras.


Perpleja se apoyó en la pared recobrando el aliento. -No puede ser... Ella me necesita.- se puso en marcha.

Eso debió hacer, pero Kai aseguraba que Alana en ese momento solo necesitaba a Aris.


-Para.- le detuvo agarrandola de las caderas de modo autoritario.


-¡Alana me necesita, Aris!- le desafió.


Querido y odiado Aris.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora