"Querido y odiado Aris, por qué sabes limpiar tan bien mis dolorosas lágrimas."
Finalmente Kai no quedó en primer lugar, pero quedó en segundo, y también fue una alegría para él.
También le alegró ver que el primero que se acercó a abrazarle fue su padre, con una sonrisa de orgullo de oreja a oreja.
Estaba rodeado de la gente que le quería, y al fin, su padre le apoyaba.
-Cuéntame tu historia, hijo.- su padre tras ponerle una toalla encima de los hombros puso su brazo. -Chicos, vamos, o invito a cenar en Honolulu.- Ellos dos se adelantaron en dirección al coche.
Pikake estaba atrás de sujeta velas mirando el trofeo de su amigo.
-Mañana vamos a quedar.- más que una petición parecía una orden.
-¿Que?- Alana desubicada ladeó la cabeza. -Pikake no me dijo nada.- la miró.
Su amiga estaba intentando no reírse, pero no podía evitarlo. Aris resultaba gracioso.
El chico puso los ojos en blanco. -No, tú y yo.-
-¿Para qué?- le miró de nuevo inocente.
Frunció el ceño y le dio un pequeño empujón a la chica. -Odio cuando eres tonta.- gruñó.-Mañana iré a tu casa a las cinco.-
Aris sacó la caja de tabaco de su bolsillo y se colocó un cigarrillo entre sus labios.
Un cosquilleo recorrió el cuerpo de Alana.
Aris era tan sobrecogedor.
¿Por qué todos fumaban? ¿A qué sabía? ¿Estaba delicioso?
Pikake, un día, a escondidas de sus padres cogió un tabaco de su hermano, narraba de que era lo más horrible que probó jamás.
-Alana, tonta.- intervino Pikake cuando su hermano se fue.
-¿Por qué?-
Los cuchicheos empezaron ahí atrás.
-Quiere declararse.- abrió los ojos como platos ante su amiga, que no veía lo evidente. Pikake era algo bocazas.
-No digas chorradas.- cortó tajante.
-Me lo dijo él.- le miró insistente.
-¿En serio?- Las mejillas de Alana comenzaron a ruborizarse notablemente.
Un escalofrío recorrió todo su cuerpo como una corriente electrica.
-¡Te lo juro!- dijo Pikake al mismo tiempo que levantaba la mano izquierda. -¡Palabra de Hawaiiana!-
ESTÁS LEYENDO
Querido y odiado Aris.
RomansaMe gustaría decir que Aris y yo nunca nos conocimos y que sin él seguro que todo me hubiese ido mejor. Pero si eso hubiese pasado no habría historia.