Capítulo 12.

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Como habían quedado Pikake fue a buscar a Alana, claro está antes tuvo que convencer a Malú. Bueno lo convencieron entre los tres; entre Kai, Pikake y Alana, finalmente aceptó, pero solamente con una condición; Se irían con Malú de vuelta a casa cuando termine su cita con Inoa. 


Esa noche sería especial para Malú, iba a pedirle una relación seria a Inoa. Se sentía preparado. No era la mujer perfecta, mentiría si dijese que lo es. 


Pero a él le gustaba. Le hacía sentirse seguro, como cuando en el coche llevas el cinturón, a veces es molesto, pero al cabo del tiempo te acostumbras, es cómodo, y te sientes seguro con él puesto, si te lo quitas corres grandes peligros.


Mala comparación. 


Mejor, simplemente, podría decirse que, Inoa era un pequeño rayo de luz en medio de la oscuridad.


Sí, esa era la mejor definición.




Pikake y Alana salieron primero. Pikake aseguraba que esa noche sería increíble e inolvidable, y que esta vez no dejaría tirada a Alana.


Malú tenía algo de temor, odiaba las fiestas que hacían los adolescentes, pero tenía que comenzar a depositar confianza en su hija, o sino finalmente la perdería totalmente.





Kai se quedó en casa, más tiempo del debido, delante del espejo, cambiandose de ropa una y otra vez, no sabía qué llevar. 

Estaba nervioso. Sentía hormigueos alrededor de todo el cuerpo. 


Su corazón parecía que iba a explotar en mil pedazos.


Cuando viese a Nana no sabría cómo reaccionar. Era su primer amor, su amor platónico.

Bueno, ya no es tan platónico. 

En resumen, la chica perfecta en su vida que creyó que nunca en la vida conseguiría.



Para sacarle de casa tuvo que ir Aris. También, como su hermana pequeña, tenía el afán de colarse por las ventanas.


-Siempre vas a colarte o qué.- dijo Kai mirando a Aris en el reflejo del espejo sin sorpresa alguna.


-Es tradición.- burló con un tabaco sin encender entre los dientes.


-Ya veo.- se quitó la camisa para probarse otra. Ninguna le llegaba a convencer del todo. Quizás debía ir de compras y renovar el armario.- No hace falta que siga la tradición, mi padre sabe que somos amigos, que vengas a casa no quiere decir que vengas por Alana.- 



Alana... Sí, es verdad... Se le había olvidado por completo que con ella todo estaba torcido. 

Querido y odiado Aris.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora