Capítulo 10.

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>>>>Esa misma noche.<<<<




Aris para no despertar a Paola, su madre, decidió entrar por la ventana de su habitación sigilosamente, como si de un ladrón se tratase.


-¡Eh, tú!- le chistaron a su espalda.


Del susto casi pegó un enorme grito que hubiese despertado a todo el vecindario.


-¿Qué haces aquí Pikake?- encendió la luz más calmado al ver que era su hermana. -Es muy tarde y mañana tienes que trabajar.-


-Tú también, te cambiaron el turno.- sonrió despreocupada sentandose en la cama de nuevo.


El chico la miró, se olía algo, Pikake estaba como si esperase a que él le contase algo. 


-No te pienso contar nada, mocosa cotilla.- 


Aris abrió el armario para colocar la ropa. Mañana tendría que ir a trabajar, y seguro que más temprano. En este caso, si fuese un día normal, estaría de muy mal humor, pero hoy, esa noche, era una noche extraña, diferente, especial. Realmente no hizo nada fuera de lo normal, pero si tuvo la mejor compañía, a Alana, quizás eso hizo que fuese un buen día.



-¡Venga, por favor, no seas malo!- alzó la voz juntando las palmas de las manos en modo de súplica. Sí, sí que tenía muchísima curiosidad de saber qué pasó en esa cita tan misteriosa.



El chico puso los ojos en blanco. 


Pikake va de chica madura, y de que se las sabe todas, pero al fin y al cabo es una niña pequeña todavía. 


-Tú antes molabas.- se acostó molesta dándole la espalda.


Éste rió. Estas escenitas le recordaban a cuando eran pequeños. Pikake se enfadaba constantemente, a la espera de que su hermanito mayor se disculpase, tuviese la culpa o no, tenía que hacerlo, y no le hablaría hasta que no lo hiciese. 


Para él es mejor que no le hable, siempre habla de lo mismo; chicos guapos, moda, ropa, y cotilleos. 

Pero echaría de menos oír su voz, por eso se disculpa siempre él.




-La besé.- se sentó a su lado. Sentía sus labios raros a decir verdad, cálidos, como si aún estuviese besando los labios de Alana.



Parecía que de los ojos de Pikake saliesen estrellitas brillantes por un momento. Tanta felicidad no podía ser cierta. Su sonrisa era pícara y sincera. 


Ella siempre pensó que Alana era rara por no fijarse en los chicos. Ahora tampoco es del todo normal, tuvo que venir a buscarse el amor más complicado.

Querido y odiado Aris.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora