teenage dream 𔘓 minayeon

yo nunca

— ¿Jugar? ¿A qué quieres jugar?

— No lo sé, ¿yo nunca? La que lo hizo pasa con un shot.

— No tengo alcohol aquí. Si quieres puedo bajar...

— Ni se te ocurra salir de este cuarto. — soltó una pequeña risilla avergonzada al darse cuenta de lo desesperada e impulsiva que fue su reacción, pero se tranquilizó al ver la sorpresa y el deseo en los ojos de la otra chica. — La que lo hizo paga con una prenda, solucionado. — una sonrisa traviesa se extendió por su rostro, y Nayeon imitó el gesto.

— ¿Y si gano, qué me das?

Mina deslizó su mano por la nuca de Nayeon, luego por su brazo, hasta alcanzar su mano y juguetear con sus dedos. El tierno gesto, en medio de tantas palabras sugerentes hizo que el corazón de Nayeon se acelere.

— ¿La posibilidad de verme desnuda no es suficiente premio? — Nayeon casi se atora con su propia saliva al escuchar eso, y la menor volvió a sonar una risa dulce, cambiando su voz a un tono mucho más suave — Mentira, ganas un beso. — añadió, sus ojos brillando en anticipación.

— ¿Solo uno?

— Dos — Mina entrelazó sus dedos con los de Nayeon —. Un beso en la boca — la miro a los ojos con gesto inocente —, y otro en donde tú prefieras.

La sonrisa de Nayeon se hizo más grande. Estaba adorando este lado juguetón de Mina, el cual no había explorado mucho en el pasado. Solía ser más tímida, solamente tomaba este tipo de iniciativas cuando estaba verdaderamente cegada por la lujuria, o había algo de alcohol de por medio. Pero tenerla de esa forma, hermosa, coqueta, y desbordando confianza, estaba haciendo que las rodilla de Nayeon tiemblen.

— ¿Y si ganas tú?

— Te pondré un castigo.

— No es justo. ¿No quieres un beso también?

— No seas impaciente, Yeon. Yo decidiré el castigo. Tranquila, no será nada muy malo.

— Ese “muy” me asusta un poco.

— Confía en mí. — Mina apretó sus dedos juntos mientras la miraba a los ojos.

Nayeon soltó un suspiro y asintió. Se separó de Mina y se sentó en la cama.

— Está bien. Ven aquí.

— Ni creas que me vas a llevar a la cama tan rápido.

Nayeon rió y sintió que el calor subía a sus mejillas. ¿En qué momento su dulce Mina se había convertido en este sueño de mujer?

— Sólo quiero que te pongas cómoda para jugar.

— Prefiero comenzar desde aquí. — balanceó sus piernas y bajó la mirada, para soltar sus siguientes palabras en un susurro —. Me gusta cómo me miras.

— Me gusta mirarte.

Se quedaron en silencio durante unos segundos, mientras se miraban a los ojos. Estaban disfrutando de la presencia de la otra, como si tuvieran todo el tiempo del mundo para ellas dos. A Nayeon le importaba poco o nada que en el primer piso de su casa hubiera una fiesta sin supervisión; de hecho, ya casi ni recordaba que había una fiesta. En su mente solo existía Mina, la sonrisa de Mina, las provocaciones de Mina, la cintura de Mina, el recuerdo de Mina gimiendo su nombre. Sentía tanto que estaba abrumada, y estaba disfrutando de esa adrenalina. La situación estaba hirviendo a fuego lento, y la volvía loca. Mina estaba jugando con ella de manera increíblemente descarada, y eso la hacía desearla más que nunca.

— Bueno, yo comiendo. — la menor rompió el silencio con una sonrisa —. Yo nunca he besado a un chico.

— Orgullosamente invicta.