Veintiseis

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Ohm, me gustas

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Ohm, me gustas

Las palabras de Nanon seguían en la mente del pelinegro al rojo vivo, como si las tuviera tatuadas, aún sí ya habían pasado más de tres días desde su encuentro.

Esas palabras que iban y venían, ocupando cualquier pensamiento razonable en su mente, palabras que se quedarían marcadas en su ser a sangre viva, palabras de las cuales se encargaría de recordar cada letra en ellas con una precisión inimaginable, palabras que reviviría con antelación cada noche antes de dormir para tener siempre los mejores sueños.

Esas tres palabras de ensueño eran tan irreales que simplemente se le le hacían imposibles de olvidar, de superar, e incluso de aceptar.

¿Era verdad? ¿De verdad él le gusta a Nanon?

El azabache no podía imaginar que realmente estaba viviendo un sueño. El gran sueño.

—Gané.

Eso era lo único que podía repetir mientras hacía sus deberes, mientras se duchaba o lavaba sus dientes, pensaba en eso cuando comía o cuando veía series. Cabe mencionar que incluso cuando escuchaba música sentía que alguien se había encargado de plasmar sus sentimientos en una melodía.

Demonios, todo había sido parte del más perfecto de los ensueños.

Todo se sentía bien en ese momento, absolutamente todo.

Es decir, Ohm jamás esperó esa revelación, por lo menos no ese día, pues pensó que eso sería algo imposible, pensó que Nanon jamás sería capaz de decirlo, y, ahora que lo había dicho, era simplemente hermoso.

Tan hermoso que el azabache se sentía en la novena nube.

—¡Finalmente voy a estar a su lado! ¡Románticamente!— cada que hablaba, el pelingro no podía evitar zarandear cosas en el aire, como su almohada, por ejemplo —¿Puedes creerlo? ¡Yo le gusto!

Se dirigía al gato de la vecina, el cual estaba recostado a su lado en la cama, intentando dormir pero sintiéndose irritado por el ruidoso comportamiento del pelinegro.

—¡Esto tengo que contárselo a Gigi y a Drake!

Con un salto se levantó de la cama, dispuesto a ir a la casa de sus amigos para tomar un poco de vino mientras les contaba su victoria.

Con un salto se levantó de la cama, dispuesto a ir a la casa de sus amigos para tomar un poco de vino mientras les contaba su victoria

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7 pasos para enamorar a Korapat ; 𝗼𝗵𝗺𝗻𝗮𝗻𝗼𝗻Donde viven las historias. Descúbrelo ahora