VII

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Izuku y Helena se dedicaron a buscar los tributos que les permitirían acceder al arco rojo. Los tributos eran unos objetos especiales que se obtenían al matar a ciertos animales o al completar ciertas misiones. Algunos de los tributos que necesitaban eran:

- El **cuerno de rinoceronte lanudo**, que se obtenía al matar a un rinoceronte lanudo, un animal parecido a un rinoceronte con pelo y cuernos.
- La **garra de argentavis**, que se obtenía al matar a un argentavis, un ave parecida a un cóndor con plumas y garras.
- La **sangre de leech**, que se obtenía al matar a una leech, una criatura parecida a una sanguijuela con dientes y ventosas.
- La **llave del laberinto**, que se obtenía al completar el laberinto, una misión que consistía en entrar a una cueva llena de trampas y enigmas.

Izuku y Helena se pusieron a buscar estos tributos por todo el mapa, usando sus crafteos y sus monturas para facilitar su tarea. Por el camino, se encontraron con muchos peligros y sorpresas, pero también con mucha diversión y aventura.

Después de varios días, lograron reunir todos los tributos que necesitaban. Estaban listos para enfrentarse al segundo jefe del ARK: el megapithecus.

Se dirigieron al obelisco rojo, donde introdujeron los tributos que habían recolectado. Al hacerlo, el obelisco se iluminó y se abrió un portal. Izuku y Helena se miraron con determinación y se tomaron de la mano. Juntos, entraron al portal.

El portal los llevó a una zona llamada el arco rojo. Era un lugar cálido y húmedo, lleno de árboles y plantas. En el centro, había una gran plataforma circular rodeada de pilares. En lo alto, se veía el sol brillante y las nubes blancas.

Izuku y Helena se bajaron de sus rexes y los dejaron en un lugar seguro. Luego, se acercaron a la plataforma y activaron el terminal que había en el medio. En la pantalla, apareció un mensaje que decía: "Iniciando la batalla contra el megapithecus. Prepárense, sujetos."

De repente, se oyó un rugido atronador que hizo vibrar el aire. Izuku y Helena levantaron la vista y vieron una figura enorme que se acercaba por entre los árboles. Era el megapithecus, una criatura parecida a un gorila gigante, con pelo negro y rojo, y ojos rojos y furiosos. El megapithecus llegó a la plataforma con un salto y los miró con desprecio.

Izuku y Helena sintieron un escalofrío de miedo, pero también de emoción. Era el momento de demostrar su valor y su habilidad. Se pusieron en posición de combate y sacaron sus armas. Izuku tenía un rifle de asalto y un paracaídas. Helena tenía una ballesta con flechas explosivas.

El megapithecus levantó una roca del suelo y la lanzó hacia ellos con fuerza. Izuku y Helena esquivaron la roca y dispararon sus armas al megapithecus, pero este las bloqueó con sus brazos.

El megapithecus volvió a lanzar otra roca, pero esta vez Izuku usó su paracaídas para saltar sobre él con su rifle en mano. El megapithecus lo vio venir y le dio un puñetazo que lo mandó a volar por los aires. Izuku cayó al suelo con un golpe y soltó su rifle.

Helena gritó su nombre y corrió a ayudarlo. El megapithecus aprovechó la distracción para lanzarse sobre ellos con sus garras. Helena le disparó otra flecha al megapithecus, pero esta vez le dio en el pecho. La flecha explotó e hizo una herida profunda en el megapithecus.

El megapithecus rugió de dolor y retrocedió.

Izuku se levantó como pudo y recuperó su rifle. Vio que Helena estaba bien y le sonrió con agradecimiento. Luego, los dos se pusieron de nuevo en posición de combate.

La batalla continuó así durante varios minutos. El megapithecus les lanzaba rocas, puñetazos y mordiscos, pero ellos lo esquivaban, bloqueaban o contraatacaban con sus armas. Poco a poco, el megapithecus fue perdiendo fuerza y velocidad por las heridas que le habían causado.

Finalmente, Helena vio una oportunidad y disparó una flecha al megapithecus, pero esta vez le dio en la cabeza. La flecha explotó e hizo un agujero en el cráneo del megapithecus, haciendo que este soltara un último rugido antes de caer muerto.

Helena saltó del cuerpo del megapithecus y corrió hacia Izuku. Él la abrazó con fuerza y le besó en los labios con pasión. Los dos se miraron a los ojos con amor y orgullo.

Lo habían logrado. Habían derrotado al segundo jefe del ARK: el megapithecus.

En ese momento, el terminal que había en el centro de la plataforma se iluminó y emitió un sonido. Izuku y Helena se acercaron a ver lo que decía.

En la pantalla, apareció un mensaje que decía: "Felicidades, sujetos. Han superado la prueba del arco rojo. Como recompensa, recibirán el implante del megapithecus, que les permitirá acceder al arco verde. Además, recibirán un regalo especial: una máscara de megapithecus, hecha con la piel del megapithecus que han vencido. Esta máscara les dará protección y resistencia contra el impacto y el veneno. Esperamos que la disfruten. Hasta la próxima prueba, sujetos."

Izuku y Helena se sorprendieron al leer el mensaje. No esperaban recibir una recompensa tan generosa. Miraron el implante y la máscara que habían obtenido, y se los pusieron con curiosidad.

El implante era una pequeña esfera que se insertaba en el dispositivo de brazo. Al hacerlo, se activaba una función que mostraba un mapa del ARK y la ubicación del arco verde. El arco verde era otro portal que conducía a otra zona donde había otro jefe que había que derrotar.

La máscara era una pieza que cubría la cara de Izuku y Helena. Estaba hecha con la piel del megapithecus, que era gruesa y peluda. La máscara tenía un diseño salvaje e intimidante, y se ajustaba perfectamente a sus rasgos.

Izuku y Helena se miraron con admiración y complacencia. Se veían muy bien con la máscara de megapithecus. Se sentían más fuertes y seguros de sí mismos.

Izuku le dijo a Helena que estaba muy orgulloso de ella, y que había sido una gran compañera de batalla. Helena le dijo a Izuku que ella también estaba muy orgullosa de él, y que había sido un gran héroe. Los dos se abrazaron y se besaron de nuevo.

Luego, decidieron descansar un rato antes de volver al ARK. Se acostaron en la plataforma, bajo el sol brillante y las nubes blancas. Se acurrucaron el uno al otro, sintiendo el calor de sus cuerpos.

Izuku le dijo a Helena que la quería, y que no quería perderla nunca. Helena le dijo a Izuku que ella también lo quería, y que no quería dejarlo nunca. Los dos se quedaron dormidos en los brazos del otro.

Esta es la historia de Izuku Midoriya y Helena Walker, los supervivientes del ARK.

Sobreviendo a ArkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora