6. LUCES Y SOMBRAS

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Las gotas de agua caliente todavía se deslizaban sobre el cuerpo de Nero hasta estamparse contra el suelo cuando ya solo faltaba media hora para salir hacia el Campo de los Caídos. Tras acabar de ducharse, salió del baño en ropa interior, dirigiéndose al armario para comenzar a vestirse. Estaba solo en la habitación, no había ni rastro de sus compañeros. Abrió las puertas para escoger lo que se pondría para la ocasión, decantándose por un pantalón vaquero y un jersey negro además de unos zapatos de vestir, pero antes de cerrarlo dirigió su vista hacia la ventana, mirando a través de los cristales.

«Parece que va a llover» pensó al ver el cielo totalmente cubierto de nubes grises y negras y volvió a meter la mano en el armario para coger un chubasquero negro.

Nero ya estaba preparado para salir hacia él hall y reunirse con Liana y el director, pero antes de cruzar la puerta, Hook y Rudy, sus dos compañeros de habitación, entraron en el dormitorio. El primero era un chico alto y de ojos rasgados que llevaba su cabello castaño completamente alborotado. El segundo era más bajo, aunque también más regordete, con la cabeza rapada y siempre cubierta con un gorro de tela negra.

—¡Nero! —exclamaron al verlo, abalanzándose sobre él para abrazarlo con tanta fuerza que casi lo asfixian—. Pensábamos que no lo contabas.

—No lo contaré si no me soltáis.

Los dos amigos lo soltaron con delicadeza.

—Sentimos mucho lo de tu padre —dijo Hook con voz entristecida.

—Nos habría gustado haberte visto antes —añadió Rudy, apenado por los acontecimientos recientes—, pero cuando nos enteramos de la noticia, ya estábamos fuera.

—Si —volvió a hablar Hook—. Hemos tenido que ir a la sastrería después de las clases para probarnos los nuevos uniformes.

—Lo habríamos dejado para mañana —intervino Rudy—, pero ya sabes lo pesado que se pone el señor Nagaba cuando le aplazan una cita.

—No pasa nada. Estoy bien, chicos, pero gracias de todas formas.

—Por cierto, ¿cuándo irás tú? —preguntó Hook con mucho interés.

—No creo que sea un buen momento —le reprochó Rudy después de darle un golpecito en el brazo con su codo.

«Había quedado en ir mañana con Lía, pero después de todo esto, ya ni me acordaba. El señor Nagaba se pondrá hecho una furia cuando no le aparezcamos por allí» recordó Nero, lamentándose por el sastre en un prolongado silencio.

Hook se quedó mirándolo con una cierta inquietud hasta que dio una fuerte palmada delante de su cara para que despertara.

—¿Estás bien? —preguntó Rudy, preocupado por su amigo.

—Si, perdonad —se disculpó Nero—. Lía y yo nos pasaremos por allí mañana, justo después de la prueba.

—¡Estupendo! —exclamó Hook con mucho entusiasmo—. Por la tarde es el partido de Shieldbol, alumnos contra maestros. —El chico se refería al deporte más popular de todo Éndel—. ¿Te apuntas, Nero?

—¡Hook! —exclamó Rudy.

—No sé... —respondió Nero en tono dubitativo—. La verdad es que con todo lo de mi padre, no me apetece mucho —añadió para excusarse.

—No pasa nada —contestó Rudy—, es normal.

—Si, tranquilo —continuó Hook—. Quizás el año que viene.

—Bueno, chicos, tengo que irme ya —dijo Nero—. Nos vemos luego en la ceremonia.

—Cuenta con ello —respondieron los dos a la vez que su amigo salía de la habitación tan rápido como un rayo.

EL CICLO DE ÉNDEL: La Leyenda de los ArcanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora