La luz del medio día se colaba por las rendijas de la persiana, fundiéndose entre la oscuridad que reinaba en el dormitorio de Magno. El soldado al fin dormía plácidamente sobre su cama después de un largo y ajetreado día, pero su descanso duró poco. Tres golpes suaves sonaron contra su puerta.
—Magno, abre. —Al otro lado de la puerta, Mikela llamaba por su a compañero.
Él se levantó con desgana y se quedó sentado por un rato observando el desorden hasta que los tres golpes se volvieron a repetir. Al fin se puso en pie y caminó con cuidado hasta la puerta. Los párpados de sus ojos estaban pegados, dificultándole la visión, por lo que avanzó con cuidado para no tropezar con el desorden que había esparcido por todo el dormitorio. El paso era lento y la Mikela se impacientaba tanto que volvió a golpear la puerta con violencia.
—Ya voy. Ya voy —dijo ante la insistencia de su compañera. Magno introdujo el código en el panel de control y la puerta se abrió—. ¿Mika? ¿Qué quieres?
Su compañera no dijo nada, tan solo se limitó a observar el atlético cuerpo de Magno, en ropa interior y con el pelo completamente revuelto. Sin poder controlarlo, se ruborizó y se vio obligada a apartar la vista hacia un lado, avergonzada.
—Vístete —le ordenó Mikela sin mirarlo—. El director general quiere vernos ahora mismo en el salón de actos.
—¿Ha ocurrido algo?
—No nos lo han comunicado, pero es muy urgente —respondió Mikela—. Y deberías recoger un poco tu habitación, ¿no crees?
La soldado se dio la vuelta y continuó su camino por los pasillos para avisar a sus otros compañeros. Magno volvió a cerrar la puerta y se quedó en silencio, apoyado contra la pared. El soldado resopló y después de llevarse las manos a la cabeza para repeinarse el cabello extendió los brazos hasta el techo para estirar un poco su cuerpo. Antes de empezar a vestirse, acomodó ligeramente el desorden de su cuarto en busca de su teléfono móvil, pero no pudo encontrarlo por ningún lado.
«¿Dónde lo habré dejado?» se preguntó Magno después de remover toda la ropa sucia que había esparcida sobre el suelo.
Cuando al fin se dio por vencido, el chico se metió en el baño y se dio una ducha de agua helada antes de vestirse el uniforme. Ya listo, abandonó el dormitorio y se dirigió directamente hacia el salón de actos. Por el camino se cruzó con varios compañeros y, al igual que el día anterior, todos seguían denotando un enorme miedo después de las noticias cobre los ataques. No se hablaba de otra cosa en las instalaciones y muchos se temían que Narsova sería la siguiente en sufrir los poderes de "La Muerte en Vida". A Magno todo aquello le parecía una tontería, pero de ser cierto, él se consideraba más que preparado para defender la ciudad. Incluso daría su vida por ella si fuera necesario, tal y cómo siempre había soñado, pues si la muerte era el precio a pagar para ser considerado un héroe por los ciudadanos de Narsova, tal y como lo era su padre, él lo firmaría con sangre.
«La Muerte en Vida... Que venga si se atreve. Antes de hacer algún mal tendrá que vérselas conmigo. Y juro que no seré un rival fácil de batir» se decía al escuchar todas las habladurías de sus compañeros sobre los rumoreados poderes de aquel extraño ser.
Cuando Magno alcanzó el salón de actos, el lugar donde los superiores les daban las indicaciones de las misiones a los soldados y que se trataba de una sala lo bastante grande como para acoger a todos los alumnos y soldados de la Academia, todos sus compañeros ya estaban allí, listos para ser informados. Los soldados se repartían entre los dos bloques de asientos que se separaban entre sí por un pasillo que descendía con unos escalones y que formaban una semicircunferencia que se orientaban hacia un escenario sobre el que había un atril con un micrófono delante de una enorme pantalla todavía en blanco.
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EL CICLO DE ÉNDEL: La Leyenda de los Arcanos
General FictionAmistad, rivalidad, traición, guerra, amor... El Ciclo de Éndel: La Leyenda de los Arcanos es la primera parte de la historia sobre un mundo que lleva varios años en mi mente y al que intento dar vida cada día escribiendo unas cuantas líneas. Se tra...