18. LOS PÁRAMOS

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La corriente de las aguas del río Gris llevaba mucha fuerza, arrastrándolo todo a su paso hacia su desembocadura en el mar. El cauce atravesaba todos los Páramos, la verdosa y extensa llanura llena de naturaleza que ocupaba gran parte de la región de Kázjar, desde los muros de la zona este de la ciudad de Narsova hasta el nacimiento del propio bosque en el que habitaban las bestias peludas que eran conocidas por todos cómo sáuberes.

Entre ambos, grandes desniveles y precipicios de roca rojiza o algunas profundas lagunas de aguas azules dificultaban el paso, manteniendo alejados a humanos y sáuberes. Por si todo esto fuera poco, en la zona había una gran variedad de fauna y de flora, destacando la peligrosidad de muchas de las criaturas que allí habitaban, algunas mucho más grandes y feroces que las propias félidas bestias de los bosques, por lo que cualquiera que se encontrase por aquellos lares tendría que mantenerse muy alerta si no quería convertirse en el alimento de alguna de ellas.

Era allí, tumbado sobre la húmeda tierra de una de las orillas del río que se situaba entre las enormes paredes de los acantilados, donde estaba Sámur, totalmente inconsciente sin soltar el grueso tronco de madera que le había salvado la vida. Fueron los rayos de luz del ente que se situaba en lo alto del cielo los que le obligaron a abrir los ojos para ver que había dejado atrás el Bosque Esmeralda. El sáuber miró a su alrededor para asegurarse de que se encontraba a salvo, lejos de aquellas viscosas criaturas que habían destrozado a toda su manada la noche anterior. La luz le dejaba los ojos y él se los cubrió con una de sus zarpas para mirar a su alrededor. No tuvo éxito en reconocer el lugar en el que se encontraba más allá de saber que aquella localización pertenecía a los Páramos.

Intentó erguirse, pero todavía estaba muy dolorido por el golpe que había recibido en el costado, tanto que apenas era capaz de levantarse. Para lograrlo tuvo que apoyar una de sus peludas manos a una de sus rodillas, impulsándose en ella para ayudarse. Cuando lo consiguió, se llevó una mano al costado, pudiendo comprobar que la herida era muy profunda y que no dejaba de sangrar. Tanto era así que el líquido rojizo se deslizara por su costado hasta llegar al suelo, dejando un rastro muy fácil de seguir.

Sámur encorvó su torso hacia delante y sacó la lengua para untar su herida con saliva. Era muy bien sabido por todos que las babas de los de su especie tenían propiedades curativas. No por nada su larga lengua azulada era tan llamativa y muy apreciada por muchos médicos. Algunos incluso habían contratado a cazadores y guerreros para hacer-se con alguna, manteniéndola luego en formol para conservar todas sus propiedades. Entre ellas, la lengua de un sáuber podía curar desde pequeños cortes a picaduras de insectos, no obstante, al tratarse de una herida tan profunda como aquella, la cual le produjo una fuerte hemorragia, hacían que tan solo sirviera para calmar un poco el dolor.

«Con esto bastará por ahora, pero tengo que buscar un lugar seguro. Puede que esas cosas sigan por aquí» se dijo nada más recuperarse levemente.

La bestia alzó la vista y miró hacia su alrededor en busca de un lugar en el que pudiera estar tranquilo, a salvo de cualquiera de los muchos peligros de la zona, para tratarse le hemorragia, pero viendo la altura a la que estaba la superficie le parecía imposible de alcanzar en su estado, así que comenzó a caminar a paso lento, casi arrastrando los pies, pegado a la orilla del río sin apartar la vista de las aguas por si había algún pez que llevarse a la boca para poder recuperar algo de fuerzas.

—Ojalá hubiera algo de comer por aquí cerca —dijo en voz alta después de sentir como las tripas le rugían.

Un poco más adelante, el sáuber pudo ver unos frondosos arbustos llenos de bayas rojas y moradas. Aunque no era el festín con el que fantaseaba, Sámur no dudó en abalanzarse sobre ellos para llevárselas a la boca y sus labios acabaron manchados por los distintos colores de los frutos.

EL CICLO DE ÉNDEL: La Leyenda de los ArcanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora