Carta a un amigo

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Querido amigo Jose:

La desgracia nos ha separado, cuando debía haber sido todo lo contrario. La gente cree que he cambiado y aciertan, pero solo en la religión. Ya no soy creyente. En esta sociedad, quien se sale del rebaño está muy mal visto. No me extrañaría que tu familia me viese como una mala influencia, tampoco se lo reprocharía. Sólo pido el favor de no divulgarlo.

Quiero ayudarte y que tu familia lea esta carta. Mi amistad no ha cambiado. Estás pasando por una etapa difícil, nuestra diferencia es que me hice antes a la idea y me ha servido para sobrellevarlo. No te pido que cambies como yo, sólo que aceptéis mi ayuda. Sobre todo ahora que la cuarta evaluación se acerca.

Sé que tu hermano mayor ha vuelto a Ceuta para casarse y que os mudaréis a otro barrio, para que tu cuñada sea la futura ama de casa.

Don Antonio:

Las clases empiezan a las 9. ¿A qué hora debe salir su hijo Jose para llegar a tiempo? Llegan días de exámenes que pueden quitarle horas de sueño.

Le ruego por él que hagan la mudanza después de los exámenes. Así yo podría ayudarle para que apruebe todas las asignaturas. No podría si ustedes se van.

Nada más. Jose, sólo reiterar mi interés por ayudarte y añadir mi pésame por la misma desgracia que he sufrido, que no lo haya mencionado antes no significa que no lo haya tenido presente.

Me despido como un amigo para ti y un servidor a tu familia. Un fuerte abrazo, Pablo.

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No quiero enviarla por correos, se la doy a Jose en mano antes de la primera clase.

Jose está tan afectado como Eduardo al principio de este curso. Su madre era su brújula, ahora se encuentra desorientado, sin saber qué camino seguir. Los estudios han pasado de ser su meta a ser un problema. Tiene capacidad para salir adelante, pero su voluntad se ha resentido. Sé cómo ayudarle, debo conseguir que su capacidad para aprender domine a su pereza.

Don Antonio es colega de mi padre, aunque trabajan para empresas diferentes, suelen coincidir en tiendas de los mismos clientes. Son amigos desde que vivimos en el mismo bloque. Sufrieron la misma pérdida y la fe de cada uno se derrumbó por igual.

Sus familiares que habitaron con ellos no soportan a Cris porque la ven como responsable de nuestra antigua penitencia y creen que me ha influido negativamente. Por eso han obligado a Jose a que se aparte de mí. ¿Cómo lo sé? Su madre África me lo ha contado en un sueño. Se ha puesto de mi parte y comprende que no puedo contarles nada. Sufre impotente porque ve a su familia tan afligida y no puede confortarles. Su mayor esperanza es que volvamos a ser los grandes amigos que fuimos.

No me han respondido, pero sí ha servido para que Jose vuelva a hablarme. No hemos vuelto a tener el mismo trato de antes, pero yo me conformo con que haya cambiado la indiferencia por el trato normal entre compañeros de clase.

Se han mudado a la calle Federico Gutiérrez, en el barrio de Pueblo Nuevo, antes de los exámenes. Vuelve a suspender las dos asignaturas con efe de fracaso. Tiene que presentarse a dos exámenes finales.

Nos encontramos raros en casa sin mamá. Es cierto que nos apañamos bien durante su convalecencia, pero entonces creíamos que era provisional y ahora es definitivo. Nos visita de vez en cuando, se comunica conmigo y papá.

Papá es quien más la echa de menos. La cama se le hace grande para él solo, más de una noche le oímos llorar, hasta que mamá aparece. Rafa cambió su cama por la suya, pero la víctima soy yo porque papá ronca.

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Mi tío Pablo vive cerca del metro de Quintana. Es el segundo hijo y papá el primero, tienen dos hermanos y tres hermanas más. Todos viven cerca, excepto nosotros.

Nos ha visitado el 18 de Abril, después de los exámenes. Propuso a su hermano:

—Miguel, aquí ya no pintáis nada. No hay metro y tardáis mucho en desplazaros. Allí tendrás a tus hermanos cerca y dispuestos a echaros una mano. Eres un despegado, te viniste tan lejos cuando derribaron la churrería y sin contar con nosotros.

Pero yo no me hubiera reencontrado con Cris. Casi con dieciséis años, comprendo que el destino es sabio y todo ocurre por algún motivo. La churrería estaba cerca de la calle de Lago Constanza, que empieza en la calle Alcalá, cerca de la estación de metro de Quintana.

Ahora veo la oportunidad de aprender pastelería con mi tío y poder ayudar a Jose. Tal vez deba quedarme callado porque me educaron dejando hablar a los mayores, pero quiero aprovechar la ocasión:

—Papá, Jose se ha mudado cerca de allí. Si él puede venir todos los días, yo también podré.

Rafa me responde: —Pablo, si yo llego tarde al trabajo, debo recuperar el tiempo saliendo más tarde. Si tú llegas tarde, el colegio está cerrado.

Papá decide: —Gracias, Pablo. Vamos a hacerte caso, pero cuando mi hijo termine el colegio.

— ¿Qué tal vas, Pablito?

—No tan bien como esperaba, pero no me quejo.

— ¿Tendrás que volver en septiembre?

—Mejor que eso, no debo presentarme a los exámenes de junio.

Mi tío no lo entendía y tuve que explicárselo. Me felicita:

—Eres un machote. Has salido adelante a pesar del disgusto. Te mereces un regalo. Sé que falta una semana para tu cumpleaños, te daré otro regalo.

Me da un billete de cien pesetas, recordad que cada entrada de cine me costó ochenta y tres pesetas.

—Gracias, tito Pablo.

—De nada, Pablito. —Me cabrea que me llame así, pero me callo y él sigue: — ¿Sabes qué vas a hacer de mayor?

—Sí, pastelero. Quiero empezar contigo cuando acabe este curso.

— ¿Estás seguro? Según lo que has contado, vales para hacer carrera.

—No hay carrera de pastelería, es mi vocación.

—Cuenta conmigo, te enseñaré.


25. Parte 1 Un Amor Sobrenatural.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora